A Barcelona le va la marcha. Su alma reivindicativa gusta mucho de calle, pancarta y megáfono. La ciudad acoge cada día una media de cuatro manifestaciones. Un nivel de movilización que la sitúa a la altura de cualquier gran urbe occidental. De las 1.300 manis y concentraciones registradas el año pasado, el 60% fueron ilegales: sus convocantes no pidieron permiso a la policía.
La polvareda, el zumbido de las máquinas, el regusto a cemento y hormigón en la boca. Elsa Rodríguez, residente en la zona de Sants que acoge la entrada del AVE a Barcelona, vive habituada a las bronquitis que le ocasiona la construcción de la infraestructura ferroviaria.
F. B. / J. G. | Barcelona
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JOAN FOGUET | Barcelona
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FRANCESC GONZÁLEZ LEDESMA