"He tenido que ser padre para ver el peligro de la moto"
Han tenido que pasar 25 años para que Àlex Crivillé tome sentido a la frase que su madre, Isabel, le repetía cada vez que él salía por la puerta de su casa en Seva (Barcelona), sin haber cumplido aún los 20 años, para jugarse el cuello en algún circuito del mundo, subido a una moto de carreras, a ras de suelo, y a más de 200 kilómetros por hora.