Arturo Tejerina, periodista
A Teje parece que le conocía todo el mundo. Si había festejo era el centro de la reunión. Si paseaba a los perros le paraban las señoras para preguntarle cuándo volvía a la tele. Si entraba en un bar, de noche o de día, al rato tenía corrillo alrededor; espacios con humo que tan bien retrató en La guía de EL PAÍS. El del peaje de la autopista le recordaba de sus tiempos de La media vuelta, de la SER, porque le hacía reír, y los taxistas de Madrid presumían de haberle llevado de acá para allá. Les daba palique.