A las bacterias, los hongos y otras variedades microscópicas de vida les aburren los climas estables. En España, el paisaje del norte de las provincias de Almería y Granada parece un erial devastado por los bandeos del termómetro, del frío estepario al calor tórrido.
Millones de mariposas monarca de Norteamérica vuelan conjuntamente una vez al año miles de kilómetros hacia una pequeña zona boscosa del centro de México y cómo lo hacen ha sido hasta hace muy poco un misterio que ha cautivado la imaginación humana.
¿Es la violencia un componente intrínseco de la esencia humana? Los estudios neurobiológicos han avanzado de manera significativa en los últimos años para tratar de dar una respuesta a esta pregunta, centrándose en la genética y su interacción con los factores ambientales como componentes esenciales -variables necesarias pero no suficientes- en el desencadenamiento de los comportamientos agresivos o antisociales.