Un seductor ante el espejo
Sin despeinarse nunca Adolfo Bioy llevó una vida muy atareada: tenis por la mañana, amores por la tarde, lecturas y literatura a cualquier hora y para cenar, como plato único, Borges en su propia salsa. Cazar mujeres al ojeo y ser muy querido, al margen de los libros, fue su primer oficio.