11-M, heridas que no cicatrizan
MAYKA SÁNCHEZ | Madrid
Mientras la población ha superado el trauma, las víctimas sufren secuelas que no mejoran con el tiempo
Fuerte olor a sangre y a matadero. Móviles sonando insistentemente en los cadáveres esparcidos por doquier. Nubes de humo que emborronan la visión. Lamentos y quebrantos. Lágrimas y muecas de dolor. Cuerpos destrozados y sueños rotos. Horror y más horror.