Con una pistola al cinto
Unos 15.300 vigilantes de seguridad trabajan en la región de Madrid. Se trata de un sector en alza. Sin embargo, el problema de las compañías es que no pueden contratar a todo el personal que necesitan para atender a sus clientes, dada la falta de aspirantes. El proceso de formación de un vigilante es de unos cinco meses. A él sólo tienen acceso los ciudadanos nacidos en la Unión Europea. Ello motiva que en la vigilancia privada haya un alto grado de intrusismo.