"El método Grönholm' es una obra llena de perversión"
Es actor de madera, sobre todo, y maciza, porque se ha hecho más encima de las tablas que en las pantallas. Pero Carlos Hipólito (Madrid, 1958) no rechaza ningún rectángulo donde pueda ejercer su oficio: ni el foco negro de una cámara de cine, ni el plató espídico de una cadena de televisión -"donde se hace mucha gimnasia", dice- y mucho menos ese lugar mágico donde los de su profesión se muestran de carne y hueso, que es el teatro.