Una repatriación improcedente
M. O. | San Sebastián
Es una historia con un final feliz. Comenzó como una terrible pesadilla hace cinco meses, cuando la joven boliviana Gabriela Queteguari fue arrestada en Irún (Guipúzcoa) y expulsada a su país dos días después sin que mediara ninguna comunicación oficial a su abogado. Terminó ayer con el reencuentro, emocionante y sobrecogedor, de esta inmigrante con sus hermanos residentes en España y la familia que le dará un trabajo y ayudará a regularizar su situación laboral.