El largo declive de la heroína
La heroína no está muerta, pero tampoco tiene la fuerza de finales de los ochenta, cuando saltaba de vena en vena entre los jóvenes. Ya no mata tanto, ya no se incorporan decenas de adolescentes cada día y ya no es la vía principal de transmisión del sida. Se consume menos y, sobre todo, se fuma. Se la pinchan los que sobrevivieron y no pudieron dejarlo. Muchos pasan de los 40 años. La cocaína, a menudo inyectada con heroína, es ahora la droga que manda.