El último minuto no fue alemán
Por una vez en la vida, el último minuto no fue alemán. Tan mal le van las cosas al Bayern que hasta la fortuna decidió abandonarle en ese momento en que nunca le fallaba. Quizá para recompensar al Deportivo, a quien tanto había maltratado últimamente. Con el partido casi agotado y los dos equipos al borde de la desesperación, el duende de Riazor, que andaba escondido desde hace tiempo, se encarnó en Makaay y rescató al Depor de una noche de poco fútbol y toneladas de sufrimiento.