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Campeón mundial del equilibrismo

Ancelotti eleva al Madrid a la cumbre tras compensar una plantilla que parecía incapaz de defender. En 2014 ha metido 31 goles más y ha recibido 10 menos que el Barça en 2009

Diego Torres
El presidente del Madrid Florentino Pérez felicita a sus jugadores.
El presidente del Madrid Florentino Pérez felicita a sus jugadores. EFE

El triunfo del Madrid de Ancelotti en el Mundial de Clubes representa la superación de una contradicción. Desde hace un año, y sobre todo desde agosto, el trabajo del entrenador y los jugadores consistió en equilibrar sobre el terreno una plantilla teóricamente descompensada. Así lo creía el propio Ancelotti y la mayoría de los técnicos que trabajan en el club. Incluso los más veteranos del equipo consideraban el experimento con reparos.

YOLANDA CLEMENTE

Los ortodoxos tenían razones para la duda. La decisión de no renovar a Khedira, unida a los traspasos de Alonso y Di María, inclinó toda la estructura del equipo sobre futbolistas marcadamente creativos, obligándoles a modificar sus hábitos. Puesto que los hábitos forman parte de la identidad de cada jugador profesional, de sus convicciones, y de su carácter, y puesto que estas vanidades son especialmente fuertes en el vestuario madridista, la labor no fue sencilla. El presidente, Florentino Pérez, observa que la principal habilidad del entrenador no consistió en idear soluciones tácticas sofisticadas sino en crear “un clima familiar”.

El gran secreto científico residía precisamente en los sentimientos. La táctica de Ancelotti fue promover el amor fraternal. Se trataba de inducir a hombres que solo pensaban en jugar con balón a que se esforzaran en correr sin balón, y no hay mejor estímulo para el sacrificio solidario que hacerlo por un compañero querido y respetado, o por un entrenador cariñoso, generoso y justo. “Es verdad”, dijo Toni Kroos, ya camino del avión, después de derrotar al San Lorenzo en la final de Marraquech. “Somos una familia”.

Toni Kroos y Carlo Ancelotti sonríen tras la final.
Toni Kroos y Carlo Ancelotti sonríen tras la final.JAVIER SORIANO (AFP)

El Madrid corona el año natural con cuatro títulos, Champions, Copa del Rey, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes. Las comparaciones con los logros del Barcelona de Guardiola en su año culminante de 2009 son inevitables. Aquel Barça fijó un patrón que sirve de modelo, principalmente, a su máximo rival. En el plano táctico y en el estratégico. Hasta la elección de jugadores comienza a parecerse, sobre todo por esa nueva tendencia a superpoblar el medio campo. Con una salvedad: Xavi, Busquets e Iniesta tenían un oficio como volantes interiores que se remontaba al aprendizaje sistematizado en La Masía. Cualidades y conocimiento en la práctica defensiva que se desconocían en Kroos, James e Isco hasta este año. Los tres centrocampistas del Madrid en la final de Marraquech no habían ocupado esos puestos en otros clubes. En el Madrid debieron duplicar, e incluso triplicar, sus acciones sin balón. El desafío conspiró tanto contra la naturaleza de estos jugadores que la cuestión se convirtió en un tópico de las conversaciones en los ambientes del fútbol.

“Este Madrid”, reflexionó Edgardo Bauza, el entrenador derrotado en Marraquech, “ha logrado un equilibrio que no es fácil de lograr porque adelante tienen un desequilibrio individual como pocos en el mundo. Se lo dije a Ancelotti: ha conseguido que defiendan todos con unos jugadores que no están acostumbrados a hacer esto. Eso lo transforma en un equipo muy peligroso. Seguirá batiendo récords sin ninguna duda”.

Atacamos y defendemos todos. Cambió la mentalidad”, explica el técnico

La certidumbre expresada por Bauza no es compartida en el vestuario del Madrid, en donde no todos manifiestan igual optimismo. El éxito, principalmente en la Champions, dependerá de que la plantilla conserve esa fiebre competitiva, ese sentimiento de comunidad, e incluso de misión. “La clave de todo es el equilibrio”, repitió Ancelotti en Marraquech. “Los jugadores han comprendido que uno no puede tener el balón todo el partido, y que cuando lo tiene el contrario debemos trabajar. El cambio se produjo después de las dos derrotas, en Anoeta y en el derbi contra el Atlético. Fue un cambio de mentalidad de los jugadores. Nada más”.

Las estadísticas reflejan que el estado mental del que habla Ancelotti se aproxima a la ebullición. El Madrid acabará el año natural con 63 partidos, 51 ganados, cinco empatados y siete perdidos. Ocho victorias más que el Barça de 2009, 10 empates menos y dos derrotas más. Sumando 178 goles (31 más que el Barça de 2009) y encajando 41 (10 menos).

Si no fuera por la Liga y la Supercopa de España perdidas, la evolución sobre el máximo rival sería más fácil de constatar. En 2009 el Barcelona ganó todos los trofeos que se pueden disputar: Liga, Champions, Copa del Rey, Supercopa de España, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes. Establecer paralelismos es un ejercicio complejo más allá de ciertas variables evidentes. Ha pasado el tiempo y las condiciones de la competición se han modificado. En las últimas cinco temporadas la gran mayoría de los equipos de Europa se han debilitado en relación al Madrid, el Barcelona, el PSG, el Bayern, el Chelsea y el Manchester City.

La principal habilidad del italiano ha sido crear un clima familiar

El Madrid destaca en el grupo de los gigantes por su poder financiero y sus empresas aventureras en el mercado de verano. Si hay un futbolista que representa como ninguno las particularidades del modelo madridista es James Rodríguez. Incorporado por cerca de 80 millones tras el Mundial de Brasil, el colombiano no tenía la reputación que precedió a otros superfichajes, ni la trayectoria futbolística, ni un país de procedencia que garantice retornos económicos por vía del márketing. A sus 23 años, su desarrollo entrañaba algunas incógnitas. Ayer los periodistas argentinos se le acercaban con tono paternal. “¡Te conocimos cuando jugabas en Banfield y eras un niño!”, le dijeron. “¡Y lo sigo siendo!”, replicó.

“En este club uno madura en todo”, contó James. “El plantel me acogió muy bien. Aquí hay grandes jugadores y grandes personas y adaptarse es fácil. Llevo tres o cuatro meses pero me he sentido muy feliz. Con Ancelotti he ganado táctica y físicamente”.

James era un niño de cuyas aptitudes como volante se sabía poco hace un año. Un joven mediapunta que había respondido con dificultades a las exigencias defensivas del Mónaco el curso pasado. Ahora parece transformado, agresivo, feroz en la disputa. Ancelotti asegura que con el tiempo se convertirá en una pieza fundamental. Por su sentido del orden cuando recibe el balón, por la facilidad con la que juega a dos toques, por su creatividad entre líneas. Más importante incluso de lo que fue Di María. Síntesis de un modelo en el que todo parece equilibrarse.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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