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Paseo de Hamilton, ‘sprint’ de Alonso

El británico logra el tercer triunfo del curso y el español, el primer podio con un Ferrari revitalizado

Oriol Puigdemont
Lewis Hamilton celebra con el equipo Mercedes su victoria en el GP de China.
Lewis Hamilton celebra con el equipo Mercedes su victoria en el GP de China. Lars Baron

Existen distintas fórmulas para poder hacerse una idea aproximada del potencial de un coche, y para acertar un poco más en el diagnóstico siempre es mejor tener en cuenta al rendimiento de los dos integrantes del equipo. En el caso del Mercedes que esta temporada ha caído en manos de Lewis Hamilton y Nico Rosberg, cualquier análisis lleva a concluir que más que un monoplaza, el W05 es un torpedo. El británico enlazó en Shanghái su tercera victoria de carrerilla, algo que hasta ahora aún no había logrado en la fórmula 1, a la vez que le arreó otro mordisco al margen que le separa de la cabeza de la tabla, un colchón que ahora solo es de cuatro puntos a favor de Nico Rosberg. El alemán escaló desde la séptima plaza que ocupaba al trazar la primera curva hasta la segunda, después de vivir una auténtica odisea al verse obligado a correr prácticamente a ciegas por culpa de un apagón que dejó sin datos a sus técnicos. El tercero en cruzar la meta fue Fernando Alonso, que estrenó el casillero de Ferrari esta temporada y certificó el paso adelante que ha dado el bólido rojo.

Los equipos tendrán hasta el 11 de mayo, en Montmeló, para rearmar sus coches

La revitalización del F14T del español sirve para confirmar que la dirección que sigue la marca de Maranello es la adecuada. Que Hamilton se paseara como lo hizo era más o menos previsible por el prototipo que conduce, porque arrancó desde la pole y porque el circuito le encanta (es el único que se ha impuesto aquí tres veces). Lo que hizo su compañero para servirle a Mercedes el tercer doblete del curso es otra historia.

En la vuelta de formación, los ingenieros de Rosberg le advirtieron de que se habían quedado sin telemetría, circunstancia que irremediablemente contribuyó a que su salida fuera desastrosa. Embotellado entre el tráfico, el alemán empezó a culebrear entre el pelotón, como si los demás circularan con una marcha menos, y poco a poco se fue hacia delante. En la primera vuelta cayó Hulkenberg; en la quinta, Massa; y acto seguido se zampó a los Red Bull, primero a Ricciardo (novena vuelta) y después a Vettel (23).

El resultado del español sirve para confirmar que está en la dirección adecuada

Luego enfocó su mirilla hacia el Ferrari de Alonso, que en el primer cambio de gomas había conseguido birlarle el segundo puesto al actual campeón. Rosberg, líder del campeonato, pudo prepararse a conciencia la estrategia antes de abrasar al cavallino rampante. Finalmente llevó a cabo el ataque en la interminable recta trasera (1,2 kilómetros), a falta de 14 giros y gracias al vigor del propulsor que incorporan los Mercedes y a la ayuda extra del alerón trasero móvil (DRS). Contenerle era una misión imposible para Alonso, que hasta entonces se había podido tapar adelantando sus visitas al taller. A día de hoy, jugar a la contra es el único plan mínimamente realista para cualquiera que se encuentre con uno de los dos Mercedes.

A tres semanas del Gran Premio de España (11 de mayo en Montmeló), los equipos regresarán a sus cuarteles generales para rearmarse de cara a la primera etapa europea del calendario. Se espera que Red Bull comience a levantar el vuelo siempre que Renault se lo permita, de la misma manera que a Ferrari no le queda más opción que seguir afilando su coche.

Lejos de aquella versión irregular que en ocasiones le penalizó en el pasado, Hamilton se ha convertido en un tiburón a la caza de su presa, que en este caso es su vecino. Entre ambos han comandado cada una de las vueltas que se han completado este año, además de monopolizar las victorias, las poles y las vueltas rápidas. Que los dobletes de Mercedes sean tres y no cuatro solo se explica a partir del problema técnico que sufrió en Australia el campeón del mundo de 2008, que desde ese momento no ha hecho otra cosa que ganar, ganar y ganar.

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