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Benidorm choca con Alicante

Las dos ciudades pugnan por un mismo espacio turístico y cada vez difieren más

Benidorm no tiene un puerto para grandes embarcaciones pero quiere tener cruceros. A la capital hotelera de la Comunidad Valenciana no le basta con que los turistas que arriban al puerto de Alicante, la infraestructura mejor preparada de la provincia para la actividad crucerística, se apunten a la típica excursión Benidorm-Guadalest. Quiere que, además, desembarquen en su ciudad, la paseen y, en la medida de lo posible, no salgan de ella.

La llegada de cruceros abre un nuevo frente de competición

La llegada la semana pasada del primer crucero a Benidorm, el MS Amadea, ha traído un nuevo foco de competición entre la capital provincial y la capital turística valenciana, dos centros urbanos separados por media hora de coche y 44 kilómetros. Unas 500 personas desembarcaron en el puerto deportivo en pleno centro de Benidorm con lanchas del Amadea, fondeado en mitad de la bahía, igual que se hace en lugares como Santorini, Mikonos (Grecia) o los fiordos noruegos. Este tipo de desembarco, además, permite a las navieras esquivar las tasas portuarias de puertos estatales como el de Alicante y reducir los costes “considerablemente”, según la mercantil Pérez & Cía, que gestiona el 80% de cruceros que arriban a Alicante.

Mar de fondo

El último enfrentamiento entre las dos ciudades fue el de las lanzaderas del AVE. Alicante se negaba a unir la estación del tren con Benidorm mediante un servicio de minibus porque sus taxistas se oponían a ello. En consecuencia, Benidorm y Torrevieja consiguieron el servicio desde Villena, la primera parada del AVE en la provincia. Las lanzaderas, que apenas fueron publicitadas y arrancaron en mitad de agosto, fracasaron por el “despropósito del Partido Popular y una alcaldesa enloquecida”, considera la concejal liberal Gema Amor sobre el partido que gobierna en la Generalitat y la regidora Sonia Castedo.

Actualmente, Benidorm pide un ramal del AVE. Es una ciudad que vive para captar turistas mientras que Alicante suspira por ser marca turística sin tener claro el qué y el cómo. Una anécdota define la capacidad de choque de cada una de ellas: el festival de música Low abandonó Alicante tras su primera edición. Sus organizadores huyeron desmoralizados por las trabas presentadas en el Consistorio alicantino y las facilidades de Benidorm, que quería su nuevo festival de la canción. El Low deja todos los veranos en solo una semana y en el centro de Benidorm, 11 millones de euros.

“No son competencia”, sostienen desde la Autoridad Portuaria alicantina, que asegura que en una infraestructura como la de Benidorm, un puerto deportivo de la red de la Generalitat Valenciana, “no pueden desembarcar cruceros de 4.000 pasajeros”. Y, sin embargo, la llegada del MS Amadea fue un punto de inflexión, defienden políticos y empresarios, que quieren tener a partir de 2016 una media anual de 15 cruceros con 1.000 pasajeros cada uno. Ya está hecho incluso el cálculo de beneficios: 7,5 millones de euros en cinco años.

“El efecto llamada ha sido inmediato”, manifiesta la concejal de Turismo, Gema Amor. “La compañía de cruceros National Geographic nos ha pedido información, además de navieras británicas”, explica la responsable del área más cuidada de la capital de La Marina Baixa. En 2011 ya probó una experiencia similar cuando un barco de la marina estadounidense fondeó en su bahía y 400 marines invadieron sus pubs y tiendas. Después del Caribe, el Mediterráneo occidental es la principal zona en la que navega este negocio y España es el segundo país que más recibe, la ciudad quiere parte de una tarta que el año pasado movió más de 1.200 millones de euros en todo el Estado.

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En el puerto de Alicante, aseguran que en 2015 la ciudad recibirá 90.000 cruceristas. Es una previsión elevada en un sector en el que la Comunidad Valenciana se está quedando atrás respecto a otros puertos españoles. Un 17% menos de cruceros arribaran este año a Valencia, el 33 % en caso de Castellón; Alicante subirá un 6%, pero es que viene de liderar la mayor caída de todos los puertos españoles en 2013, más de un 46%. El transporte de mercancías tampoco va a mejor.

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Como vienen reiterando expertos en sociología del turismo, el problema con el que se puede encontrar Alicante es que le ha salido un competidor que sí tiene muy bien definido su modelo turístico. Benidorm tiene claro que los cruceros son un complemento a su oferta y que, durante las, aproximadamente, seis horas que los cruceristas pasean por sus calles son susceptibles de entrar en cualquiera de los circuitos que tienen en la ciudad: pubs ingleses, el propio casco antiguo del pueblo, los parques temáticos, los campos de golf, las playas, etc. Y lejos de quedarse esperando que los turistas arriben a sus playas pretenden acercarse al mismo puerto de Alicante a captarlos. “Lo que estamos observando ahora”, apunta el presidente de la asociación de comerciantes de Benidorm, Rafael Gasent, “es que los que contratan excursión a Benidorm en el puerto de Alicante, les montan en un autobús y les sueltan en medio de la ciudad sin guía, dejados de la mano de Dios. Nosotros queremos que vivan la ciudad y, si quedan contentos, más posibilidades de que vengan habrá”.

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