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Los socialistas franceses firman un principio de acuerdo con Mélenchon que amenaza la frágil unidad del partido

El reparto de candidaturas y el programa común para las legislativas de junio debe someterse a votación en el PS. “Es una rendición”, dice el antiguo líder Cambadélis

Jean-Luch Mélenchon, líder del movimiento La Francia Insumisa, el martes de camino a la sede de su partido en París.
Jean-Luch Mélenchon, líder del movimiento La Francia Insumisa, el martes de camino a la sede de su partido en París.EMMANUEL DUNAND (AFP)
Marc Bassets

Los socialistas franceses se preparan para dar un salto a lo desconocido. El partido de los presidentes François Mitterrand y François Hollande, extremadamente debilitado tras las elecciones presidenciales de abril, ha alcanzado en la madrugada del miércoles un principio de acuerdo para las legislativas de junio con La Francia Insumisa (LFI), la formación euroescéptica y anticapitalista hoy hegemónica en la izquierda francesa.

“Hay un acuerdo de principio entre las delegaciones insumisa y socialista”, anunció Adrien Quatennens, coordinador de LFI, en la cadena France Info. El Partido Socialista (PS) lo justificó con el objetivo de “evitar que Emmanuel Macron prosiga con su política injusta y brutal” y “derrotar a la extrema derecha”.

El principio de acuerdo para presentar candidaturas conjuntas y un programa compartido el 12 y el 19 de junio deberá someterse al Consejo Nacional del PS, algo así como el parlamento del partido. La reunión está convocada para las 19.00 horas del jueves, para poder presentar las candidaturas y el programa el sábado. Entretanto, la frágil unidad socialista puede saltar en pedazos.

“Siento tristeza. Es el fin de una larga historia”, reaccionó por teléfono Alain Bergounioux, veterano socialista, historiador del partido y antiguo miembro del Consejo Nacional. Y añadió: “La explosión de lo que queda del PS es inevitable”.

Ha habido en el pasado reciente otros acuerdos entre las múltiples izquierdas francesas. Pero los socialistas, miembros de la familia socialdemócrata en la UE, llevaban el timón. Ahora, quien legítimamente toma el mando, gracias a sus 7,7 millones de votos en la primera vuelta de las presidenciales el 10 de abril, es un exministro socialista que en la última década y media, tras romper con el PS, ha creado un poderoso movimiento análogo a Podemos en España. Jean-Luc Mélenchon, el líder indiscutido de LFI, es un político que ha reivindicado la etiqueta de populista, que ha dicho evitar declararse de izquierdas porque el término “crea más confusión que claridad” y que ha señalado el “chavismo” como “fuente de inspiración”.

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En la primera vuelta de las presidenciales, la candidata socialista, Anne Hidalgo, sacó un mínimo histórico del 1,7%. Mélenchon, con un 21,9% quedó tercero, a unos 400.000 votos de pasar a la segunda vuelta. Y se consagró como la fuerza hegemónica en la izquierda, papel que durante décadas ocuparon los socialistas.

Candidaturas disidentes

Figuras destacadas del partido, como el ex primer ministro Bernard Cazeneuve, han anunciado que romperán el carné. Otras, como Stéphane Le Foll, alcalde de Le Mans, han dicho que presentarán candidaturas disidentes sin respetar lo pactado con LFI.

En su visión de Europa, de las relaciones transatlánticas y del reformismo económico, buena parte de estos dirigentes están más cerca del centrista Emmanuel Macron, reelegido en la segunda vuelta del 24 de abril en la presidencia, que de Mélenchon. Macron podría intentar pescar entre los disidentes para buscar una mayoría reforzada en la futura Asamblea Nacional.

“¿Desde cuándo unirse es someterse?”, respondió en una entrevista radiofónica Stéphane Troussel, miembro del buró nacional socialista y partidario del pacto. “O bien es un acuerdo o bien hay que irse hacia la macronía”.

El acuerdo incluye un programa común que rebajaría la edad de jubilación de los 62 años actuales a los 60, aumentaría el salario mínimo de 1.302 a 1.400 euros netos mensuales y congelaría los precios de los productos de primera necesidad. También aboliría la reforma laboral adoptada en 2016 por un presidente, un Gobierno y una Asamblea Nacional del PS.

El principal escollo en el PS, fuerza fundamental en la construcción de Europa, es la promesa de Mélenchon de una “ruptura concertada” con los tratados de la Unión Europea. En su programa para las presidenciales de abril, el líder de LFI prometía una “confrontación” con las instituciones europeas y una “desobediencia” de las reglas comunes.

El texto del acuerdo relativiza las diferencias sobre la UE. “Por nuestras historias, unos hablamos de desobedecer, otros de derogar transitoriamente”, se lee. “Pero compartimos un objetivo común: poner fin al curso liberal y productivista de la Unión Europea y construir un nuevo proyecto al servicio de la bifurcación ecológica y solidaria”.

En las filas socialistas muchos constatan que, en su situación actual, no están en condiciones de exigir demasiado. Y que la única manera de hacerse oír en la próxima Asamblea Nacional y evitar la extinción definitiva es integrarse en la llamada Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES) capitaneada por Mélenchon.

El acuerdo, negociado por los dirigentes de ambos partidos, contempla un reparto de candidaturas en las legislativas. Al PS le corresponderían 70 circunscripciones de 577. Los otros partidos que también se han sumado al pacto, Europa Ecología-Los Verdes y el Partido Comunista, obtendrían respectivamente unas 100 y unas 50 circunscripciones.

La idea es que, para no dividir el voto, los partidos de izquierdas presenten un único candidato. Una vez elegidos, cada partido podría tener su grupo en la Asamblea Nacional. Pero actuarían como coalición. Y en caso de ser mayoritarios, quieren hacer primer ministro a Mélenchon.

“Es una rendición programática y en términos de circunscripciones”, declaró el miércoles el ex primer secretario del PS, Jean-Christophe Cambadélis, en la cadena Europe 1. El expresidente Hollande dijo la semana pasada: “Pienso que este acuerdo no será aceptado. Si se acepta, significa que el PS habrá decidido desaparecer”.

Olivier Faure, primer secretario del PS y promotor del acuerdo, se defendió el domingo en la radio France Info: “Esta gente debería hacerse algunas preguntas”. Y señaló a la generación de Hollande y Cambadélis como responsable de las políticas que llevaron a la debacle electoral de 2017, prólogo del hundimiento de 2022.

Batalla ideológica y generacional

Hay una batalla generacional en el Partido Socialista, entre quienes gobernaron hasta 2017 y quienes han tomado el relevo. Pero también es una batalla ideológica, que recorre la historia de esta formación. De un lado, la línea socialdemócrata, europeísta y atlantista. Del otro, la línea izquierdista a la que le resulta más fácil identificarse con la izquierda populista de Mélenchon.

Sobre este debate planea un argumento pragmático, que va más allá de ideologías y generaciones. ¿Cómo mantener con vida al PS?

El PS todavía gobierna en cinco de las 13 regiones francesas, así como en algunas de las principales ciudades del país. Mélenchon no tiene ninguna. En la actual Asamblea Nacional, elegida hace cinco años, el PS tiene 29 diputados de 577. LFI tiene 17.

En un sondeo publicado el martes, el instituto Harris señala que, de celebrarse ahora las legislativas, Macron obtendría una amplia mayoría de escaños (entre 338 y 378). Le seguiría la extrema derecha de Marine Le Pen y otros partidos pequeños (entre 110 y 140). Y, en tercer lugar, la unión de la izquierda (entre 70 y 90). Otro sondeo, de Ifop, señala que el 67% de franceses desea que la oposición sea mayoritaria en la Asamblea Nacional y que imponga un Gobierno de otro color al del presidente.

Los sondeos son prematuros cuando falta más de un mes para las elecciones. Cuando se conozcan las alianzas y los candidatos en cada circunscripción, todo se verá más claro. Con el PS en la UVI, sus jefes han concluido que ya tienen poco que perder.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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