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Aroma de fascismo sensual en las elecciones de Israel

La ministra de Justicia ironiza en su campaña por la reforma judicial conservadora con un vídeo de un supuesto perfume

La ministra de Justicia ultraconservadora israelí, Ayelet Shaked, ha protagonizado un vídeo electoral en el que alaba a un supuesto perfume llamado Fascismo.Vídeo: Twitter
Juan Carlos Sanz

A tres semanas de los comicios legislativos en Israel y con los sondeos de su candidatura cayendo en picado, la ministra de Justicia, la ultraconservadora Ayelet Shaked, ha protagonizado un vídeo electoral en el que canta las excelencias de un supuesto perfume llamado Fascismo. Mostrándose como una sensual celebridad, Shaked, de 42 años, ironiza en la grabación sobre las críticas vertidas por la izquierda israelí a su propuesta de reforma judicial, con la que pretende que el Gobierno pueda designar a los jueces del Tribunal Supremo.

La provocadora campaña fue aireada a través de Twitter por el líder del partido Nueva Derecha y ministro de Educación, Nefatli Bennett, con el mensaje: “El perfume que no va a gustar demasiado a los izquierdistas”. En el vídeo, que presenta en inglés la fragancia ‘Fascism, by Ayelet Shaked’, la ministra y diputada mira a la cámara de forma seductora en la mejor tradición de la publicidad de los perfumistas con la promesa de un aroma que traerá la felicidad a quien lo compre.

Los habituales volteos fascinantes de prendas y la estudiada pose de la candidata ante un cuadro al óleo concluyen con el preceptivo descenso pausado de una escalera señorial. Mientras tanto, el contenido político se traduce en las leyendas sobreimpresas en hebreo y subrayadas por una susurrante voz femenina: “Reforma judicial”. “Acabar con el activismo de los jueces”. “Separación de poderes”... Finalmente, Shaked se despide con frialdad de funcionaria israelí con el mensaje final al votante/cliente: “A mí me huele a democracia”. En el fundido final surge el texto de esta proclama: “La próxima revolución está llegando”.

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Nueva Derecha surge de una escisión de Hogar Judío, el movimiento político nacionalista y religioso del que Bennett y Shaked se separaron tras haber respaldado al primer ministro, Benjamín Netanyahu, en la legislatura que ahora termina. Desde las carteras de Educación y Justicia ambos introdujeron reformas legales que han sido vistas por la izquierda israelí como un recorte de derechos. Shaked se ha caracterizado por promover el nombramiento de jueces conservadores en el Supremo, al alterar la composición del comité de selección que los propone.

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El alto tribunal, que ejerce también en Israel el control de legalidad constitucional, acaba de reiterar su independencia frente al poder político al vetar a un candidato de extrema derecha judío que se reclamaba heredero de un partido racista proscrito y validar una lista electoral de partidos árabes que había sido excluida por la Comisión Electoral Central, un órgano integrado por los partidos de la Kneset (Parlamento).

Si vuelve a ocupar el cargo, Shaked ha prometido disolver el comité de selección judicial para que los magistrados del Supremo sean designados directamente por el poder ejecutivo, como en Estados Unidos. También pretende impulsar una ley para que la Kneset pueda revertir por mayoría absoluta las decisiones del alto tribunal que anulen normas declaradas contrarias a las leyes fundamentales de Israel.

Shaked ha encarnado una de las aristas más radicales en el Ejecutivo saliente, sostenido por hasta seis partidos conservadores, de extrema derecha y ultrarreligiosos, considerado el más derechista en la historia de Israel. Ingeniera informática afincada en Tel Aviv, no participa de la ortodoxia religiosa judía. Está casada con un expiloto de la Fuerza Aérea y es madre de dos hijos. Siempre activa en las redes sociales y los debates en televisión, muestra una imagen política de modernidad al tiempo que se declara ultraconservadora y contraria al proceso de paz con los palestinos.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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