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Nueva York y Washington se declaran la guerra

El gobernador Andrew Cuomo y el alcalde Bill de Blasio denuncian las consecuencias devastadoras de las políticas de Donald Trump

El gobernador neoyorquino Andrew Cuomo
El gobernador neoyorquino Andrew CuomoMonica Schipper (AFP)

Andrew Cuomo y Bill de Blasio tienen un enemigo común: Donald Trump y acaban de declararse formalmente en guerra. Los dos dirigentes demócratas de Nueva York, que suelen ser más noticia por sus roces políticos que por las cosas que le unen, se enfrentan ya abiertamente al presidente de Estados Unidos. Consideran que sus prioridades presupuestarias y su reforma sanitaria son un verdadero “peligro” para los ciudadanos.

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El gobernador Cuomo cree que el presidente Trump está “fuera de control”. Es más, considera que su propuesta para reducir los impuestos a los ricos, combinada con sus prioridades de gasto y las ideas que tiene para reformar el Obamacare –seguro médico privado asequible-, son una forma clara de repudiar al neoyorquino corriente que se esfuerza por poder pagar su alquiler a final de cada mes. Es en realidad el reflejo de una lucha en todo el país.

Las consecuencias de las políticas de Trump, afirma, pueden ser “devastadoras” para un Estado como Nueva York, "nos han declarado la guerra". La puesta en escena de Andrew Cuomo no es casual, porque su nombre se cita desde las pasadas elecciones como posible aspirante a disputar la revalidad de Donald Trump. De hecho, está fichando a miembros del antiguo equipo de campaña de Hillary Clinton del expresidente Barack Obama.

El donante de esta carga de profundidad desde el Empire State ha sido el borrador de presupuesto presentado el pasado jueves por la Casa Blanca. Lo compararon con una gigantesca bola de acero como esas que se utilizan en las demoliciones, por su potencial efecto destructivo. Consideran que va a recortas fondos que van a ser cruciales para las infraestructuras y la seguridad de los ciudadanos, en una ciudad siempre en alerta.

Es como si pudieran creerse que Trump esté comprometiendo con sus recortes a la ciudad que le vio emerger como magnate. “Si recordara de donde viene, si escuchara las voces de los que fueron sus vecinos, quizás le ayude a darse cuenta de que necesita seguir otro camino”, comentó el alcalde. El gobernador fue más allá y considera que su plan atenta contra directamente contra los valores sobre los que se sustenta EE UU. La crisis es profunda.

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El proyecto presupuestario de Trump, que aún debe ser detallado y negociado en el Capitolio, va a cortar la financiación para proyectos de transporte claves como la construcción de un nuevo túnel entre Nueva York y Nueva Jersey. También afectará a iniciativas para garantizar a los neoyorquinos con las rentas más bajas a una vivienda asequible, uno de los programas para combatir la desigualdad económica y social que parte a la ciudad.

Antiterrorismo

Nueva York también trata de ser la punta de lanza en el ámbito de las políticas para la protección del medio ambiente, la categoría que más pierde en el nuevo presupuesto federal. Y aunque se refuerzan los recuerdos para el Departamento de Seguridad Nacional, las prioridades de la Casa Blanca van más bien a reprimir con dureza la inmigración ilegal y va a cortar los recursos a las ciudades santuario.

James O´Neill, comisario de la policía de Nueva York, calcula que se departamento va a perder hasta 190 millones de dólares si la propuesta presupuestaria prospera en los términos actuales. El principal dañado será el aparato antiterrorista que se montó durante los últimos años para adaptarse a las nuevas amenazas. “Es absolutamente crítico que llegue este dinero”, afirman las autoridades locales, que no ocultan su rabia y se muestran desafiantes.

También menos fondos para los colegios públicos de Nueva York, que cuenta con el mayor sistema educativo del país. Los recortes que la Casa Blanca proyecta para el departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano significará además menos dinero para los jubilados. “Es evidente que Trump no valora a la clase trabajadora porque son los que van a cargar con el fardo”, lamenta de Blasio, haciendo un esfuerzo para no entrar en pánico.

El alcalde, como el gobernador, ven en todo esto una “contradicción” con las promeses que hizo durante la campaña electoral. Por eso aseguran que van a dar la batalla hasta el final y van a trabajar con los neoyorquinos en el Congreso para limitar al máximos los daños. Eso podría hacer emerger alianzas como las que se vio en el pasado entre el senador Charles Schumer y el republicano Peter King, porque lo cuestiones en sus propias filas.

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