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Holanda y Turquía se enredan en una crisis diplomática

La Haya deniega la entrada al titular de Exteriores turco y retiene a la de Familia. Ankara invita al embajador holandés a que no regrese "en una temporada"

Isabel Ferrer
Una multitud se agolpa frente al consulado de Turquía en Róterdam para apoyar a la ministra de Familia, Fatma Betul Sayan Kaya, retenida en Holanda.
Una multitud se agolpa frente al consulado de Turquía en Róterdam para apoyar a la ministra de Familia, Fatma Betul Sayan Kaya, retenida en Holanda.YVES HERMAN (REUTERS / ATLAS)

La crisis diplomática protagonizada por Holanda y Turquía el sábado tras la prohibición del país europeo de dejar entrar al ministro de Exteriores turco, Mevlut Çavusoglu, “para mantener el orden público", ha descendido a la calle. Las autoridades holandesas querían impedir que Çavusoglu hiciera campaña a favor del presidente Erdogan. La ministra de Familia turca, Fatma Betul Sayan Kaya, que viajó en coche desde Alemania para sustituir a su colega, fue retenida al llegar a Róterdam y acompañada posteriormente por la policía hasta abandonar el país.

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El Gobierno de La Haya “vulnera todos los convenios internacionales y los derechos humanos”, señaló la ministra escoltada por la policía holandesa que no le dejó entrar en el consulado de su país en la ciudad portuaria. Algunos de los centenares de holandeses de origen turco que se habían congregado ante la sede diplomática estallaron y las fuerzas antidisturbios cargaron contra ellos con cañones de agua. En ese mismo momento, Ahmed Aboutaleb, el alcalde, de ascendencia marroquí, aseguró ante las cámaras de televisión que “el cónsul turco me ha engañado de forma escandalosa”. “A través de las redes sociales, ha convocado a la gente ante la sede diplomática diciendo que la ministra les hablaría. Cuando me aseguró que no acudiría nadie”.

Horas antes del choque callejero, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, calificó de "nazi y fascista" a Holanda, por impedir el aterrizaje de su titular de Exteriores en suelo holandés. Aboutaleb le contestó con un dato histórico irrefutable: “Debe saber que soy el alcalde de una ciudad bombardeada por los nazis”, dijo. Por su parte, el Gobierno de centro izquierda publicó un comunicado donde recordaba “que no considera deseable la presencia de ministros turcos para hacer campaña política en Holanda, y por eso hemos rechazado la presencia de ambos (…) seguimos siendo partidarios del diálogo con Turquía”, reza la nota.

Ankara llamó a primera hora de la tarde del sábado a consultas al embajador holandés y, a través de un comunicado, le instó a que no regresase "en una temporada", informa Andrés Mourenza desde Estambul. Además, decenas de simpatizantes turcos se congregaron frente al consulado en Róterdam para protestar y Ankara cerró las delegaciones diplomáticas holandesas por seguridad.

"No queremos que el embajador holandés, actualmente de permiso fuera [de Turquía] vuelva a su puesto durante una temporada. Se le ha explicado a nuestros homólogos que la grave decisión [de Holanda] tomada contra Turquía y la comunidad turca de Holanda provocará serios problemas diplomáticos, políticos y económicos", explica el Ministerio turco de Exteriores en un comunicado. En Holanda residen 397.000 ciudadanos de origen turco, según la Oficina Central de Estadística.

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La mañana del sábado, en plena conmoción diplomática, Aboutaleb tomó medidas extraordinarias de seguridad alrededor del consulado turco. A última hora de la tarde centenares de personas se congregaron con banderas turcas para pedir la entrada al país de los dos ministros. Al principio, se mantuvo la calma. Con la marcha de Fatma Betul Sayan Kaya, la tensión lanzó a numerosos manifestantes contra los agentes. Frente al consulado holandés de Estambul las protestas contra el Ejecutivo holandés se produjeron al mediodía del propio sábado. En una de las pancartas podía leerse: “No te confundas, Holanda. No agotes nuestra paciencia”.

El Gobierno de La Haya no quiere que el ministro Çavusoglu haga campaña electoral en pro del referéndum constitucional turco del próximo 16 de abril, que pretende aumentar los poderes del presidente para que ejerza por decreto. Tampoco deseaba la presencia de la titular de Familia. En una alocución televisiva de urgencia, Erdogan amenazó también con “expulsar a los diplomáticos holandeses de Turquía”, pero de momento la advertencia se ha materializado en un cierre temporal de la delegación diplomática holandesa en el país euroasiático.

En plena campaña electoral para las legislativas del próximo 15 de marzo, el Gobierno holandés cuenta con el apoyo de la mayoría del arco parlamentario, contrario a que otro país intente ejercer presiones políticas fuera de sus fronteras. “No hemos podido hacer otra cosa. Había problemas de orden público y seguridad y mientras buscábamos una solución, Turquía nos amenazó con sanciones políticas y económicas. Holanda no puede aceptar dicha presión. Así que al final hemos denegado los derechos de aterrizaje”, declaró Bert Koenders, titular de holandés Exteriores, a la televisión nacional NOS. “Las amenazas de Erdogan son terribles y vemos la deriva autoritaria de su país”, añadió.

Mark Rutte, el primer ministro liberal, dijo que Holanda “no se dejará chantajear”. Antes de los enfrentamientos callejeros, el ministro Çavusoglu afirmó que “Holanda ha secuestrado a los ciudadanos de origen turco”. Y ese es el problema: la ciudadanía. Para ambos países son sus compatriotas, y la comunidad de esta ascendencia tiene doble pasaporte, como sucede en Alemania. Pero tanto Rutte como la canciller germana, Angela Merkel, consideran inadecuado “exportar una campaña electoral”. El presidente Erdogan lamentó esta misma semana “las prácticas nazis de Berlín”. Austria y Suiza también han impedido visitas similares.

Una tensión con precedentes

El alcalde Aboutaleb aseguró que él habría rechazado el viaje a Róterdam del ministro Çavusoglu “de no haberlo hecho antes el dueño del centro donde pensaba dar su discurso para la comunidad de origen turco”. “Tiene inmunidad diplomática y será respetado, pero hay otros métodos para repeler su presencia”, dijo, alegando para ello razones de paz ciudadana.

Desde el intento de golpe de Estado del pasado julio en Turquía, las relaciones entre Ankara y varios países de la Unión Europea con población de origen turco han sido muy complicadas. En Holanda, al menos una veintena de personas ha denunciado que el consulado turco les había quitado el pasaporte. En consecuencia, debían viajar a Ankara con un permiso temporal “para demostrar que no estaban implicados en la intentona golpista ni tampoco apoyaban al clérigo Fetulá Güllen, acusado de haberla incitado”. El ministerio de Exteriores holandés ha confirmado los hechos, y teme que haya más casos.

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