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Los socios se dividen en cuatro bandos para una negociación de infarto

Los países de la Eurozona se dividen sobre qué hacer ante Grecia

Lucía Abellán
El presidente del eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, junto al ministro de Finanzas griego, Euclid Tsakalotos, y su homólogo francés, Michel Sapin hoy en Bruselas.
El presidente del eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, junto al ministro de Finanzas griego, Euclid Tsakalotos, y su homólogo francés, Michel Sapin hoy en Bruselas.JOHN THYS (AFP)

Los bandazos de Grecia en los meses anteriores al referéndum provocaron un desequilibrio integral en la correlación de fuerzas entre países europeos: todos contra Grecia. Pero la necesidad imperiosa de lograr un acuerdo y el contagio que algunos países empiezan a temer en sus propios territorios han impulsado a Francia a tratar de atraerse a otros en su visión proacuerdo. Esta es, grosso modo, la distribución de fuerzas de los distintos países.

Línea dura

La encabeza Alemania, aunque la lealtad al eje francoalemán y una eventual búsqueda del bien común pueden orientarla hacia una actitud mucho más conciliadora. El grupo incluye a los países bálticos -recién llegados al euro- y a otros de escasa trayectoria también como Eslovaquia y Eslovenia. Todos ellos son pequeños –y por tanto es más difícil que puedan bloquear un posible compromiso para tender la mano a Grecia-, aunque están muy radicalizados porque ninguno de ellos tiene una situación económica boyante y les exaspera la continua ayuda a Atenas.

Más peso tienen otros Estados muy críticos con el Gobierno de Tsipras como Holanda –país fundador de la UE-, Austria y Finlandia, cuya coalición de Gobierno conservadora integra a los eurófobos Auténticos Finlandeses, opuestos a cualquier tipo de asistencia europea a Grecia.

Línea móvil

La conforman países a los que el instinto político los llama a oponerse fieramente a Tsipras, pero la razón los obliga a ceder en algunos puntos para evitar una salida de Grecia de la zona euro. Aquí figuran España, Portugal, Irlanda, Bélgica o Chipre. Ese doble interés los lleva a adoptar posturas más rígidas o más conciliadoras en función de las circunstancias.

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Políticamente, a España y a Portugal, con elecciones a la vista, les interesa que funcione la analogía entre cambio de Gobierno y caos financiero, como interpretan que ha ocurrido en Grecia. Pero el efecto contagio que pueda tener la crisis griega sobre sus propias economías (que también han vivido un programa de rescate europeo) les asusta, aunque creen que hoy la zona euro está mucho mejor pertrechada que hace unos años para evitarlo.

El país con más interés en el buen término del drama griego es Chipre, a punto de salir de su propio programa de rescate y temeroso de que un vendaval griego pueda repercutir en la isla mediterránea.

Línea moderada

Italia se muestra, con matices, cercana al punto de vista de París, según el cual hay que hacer todos los esfuerzos posibles para salvar a Grecia porque eso significa salvar todo el proyecto europeo. También Luxemburgo, de Gobierno socialdemócrata, que asume este semestre la presidencia europea de la UE y que intenta mantener una actitud abierta al diálogo.

Línea conciliadora

Francia es el único país que abiertamente se sitúa en este grupo, aunque tiene capacidad para arrastrar a otros de los que se vean amenazados por las turbulencias griegas (especialmente Chipre). No obstante, el grupo tiene un apoyo institucional clave en la Comisión Europea –que intentará mediar y conciliar pese al fracaso anterior al referéndum- y, en menor medida, en la cúpula del Consejo Europeo, que tiene que tratar de aunar a todos los Estados preservando el futuro de todo el proyecto comunitario.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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