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El ocaso del imperio

La política internacional de Reino Unido ha quedado arrinconada en la campaña electoral

David Cameron, se fotografía con activistas conservadores.
David Cameron, se fotografía con activistas conservadores.TOBY MELVILLE (AFP)

Nunca el papel de Reino Unido en el mundo ha sido menos influyente en 200 de sus 300 años de democracia parlamentaria, y un síntoma de ello ha sido la ausencia de debate sobre política internacional en la campaña electoral actual.

En una época en la que existen más amenazas a la seguridad de Occidente que en ningún momento desde el final de la Guerra Fría, ni Rusia, ni el Estado Islámico, ni Siria, ni Irán han sido temas de discusión. Ni siquiera se ha hablado de la Unión Europea, tema que se supone que divide a la nación en dos. En cuanto a la inmigración, se ha tratado solo como cuestión de política interna. No ha habido una conversación sobre la catástrofe humanitaria en el Mediterráneo.

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“Es sencillamente patético que la política internacional no figure en la campaña”, dijo lord Robin Renwick, antiguo embajador de Reino Unido en Washington. “La realidad es que nuestro país se está retirando del mundo”.

Renwick fue uno de varios diplomáticos o exdiplomáticos británicos consultados esta semana, individuos que han servido en Moscú, Oriente Próximo, Irak, Afganistán, Pakistán, África, España y las Américas. Todos coincidieron en lamentar el reducido peso planetario de una nación que hasta hace apenas medio siglo aún poseía un imperio y hoy sigue siendo uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Un ejemplo de la distancia que ha tomado Reino Unido de los problemas más urgentes que afectan al mundo fue su ausencia en las recientes negociaciones en las que participaron Alemania, Francia y Rusia para acordar un cese de fuego en Ucrania, una “ausencia impensable hace diez años”, según Renwick. Otro ejemplo sería la escasa —más bien simbólica— participación en la operación militar internacional contra el Estado Islámico, que se reduce a un vuelo al día desde una base en Chipre utilizando un antiguo cazabombardero modelo Tornado.

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Las quejas de Estados Unidos —públicas por parte de analistas y militares, discretas por los canales diplomáticos— aumentan. Reino Unido, tan visible en las guerras de Afganistán e Irak, y antes en los Balcanes, ha dejado de ser el primer aliado al que Washington automáticamente recurre en caso de una crisis internacional. El titular de un artículo publicado ayer en el Financial Times fue: “La Casa Blanca ya no ve nada especial en su relación con Reino Unido”.

“Lo que estamos presenciando”, dijo Renwick, cuya voz sí se oía en Washington cuando estuvo ahí de embajador hace 20 años, “es negligencia e irresponsabilidad por parte no sólo de los políticos, sino de los medios y del propio público británico”.

La cuestión es, ¿por qué? ¿Por qué Reino Unido, tan orgulloso él hasta hace tan poco de su influencia política y militar en el mundo, se ha vuelto tan insular, y por qué las palabras política internacional no aparecen en el vocabulario de los políticos que compiten en las elecciones generales que se celebran este jueves?

La respuesta de un diplomático que estuvo muy presente en los conflictos de los países islámicos fue sencilla: las fallidas aventuras militares en Irak y Afganistán tuvieron un impacto psicológico negativo en la población británica. “La gente está cansada de las guerras, harta de líos aparentemente insolubles en países lejanos de culturas ajenas”.

En cuanto a los políticos, han calculado, según un diplomático que trabajó en las embajadas de Washington y Moscú, que si se ponen a discutir temas de tan difícil solución corren más riesgo de perder votos que de ganarlos. Todos los que están en campaña, pero especialmente David Cameron y Ed Miliband, los líderes de los dos partidos principales, están operando en el plano táctico, no estratégico. “No se expresa ninguna visión de cómo abordar los peligros globales que nos acechan”, dijo el diplomático. “Todo se centra en los temores de la gente en el terreno económico nacional”.

Tampoco hay debate sobre la UE pese al referéndum que promete Cameron

Otro diplomático reflexionó sobre la ironía de que el mundo está hoy más conectado que nunca a través de Internet pero esto no parece traducirse, al menos en el caso de los británicos, en una mayor conciencia de la interdependencia global, de cómo lo que sucede en Rusia, Siria, o incluso África, amenaza con incidir más y más en las vidas de los relativamente acomodados europeos. “No ha aparecido ningún estadista que, como cuestión no sólo práctica sino de principios, esté dispuesto a proponer que, por ejemplo, se impulse un programa multilateral para ayudar a crear empleo entre la juventud del mundo árabe”, dijo el diplomático.

Lo más curioso, a primera vista, es que apenas se habla en la campaña de la Unión Europea cuando el partido conservador de Cameron ha prometido que, en caso de ganar las elecciones, se celebrará un referéndum para decidir si Reino Unido permanece en la Unión o no, cuestión de trascendental importancia para los intereses económicos de los ciudadanos.

La explicación es que, una vez más, a nivel táctico electoral, no le conviene debatir la cuestión ni a la derecha conservadora ni a la izquierda laborista que encabeza Miliband. La posición de Cameron es totalmente ambigua, ya que está a favor del referéndum pero también a favor de que Reino Unido permanezca en Europa. Como el tema provoca serias divisiones en su propio partido, ha decidido que mejor ni tocarlo. Europa también es políticamente tóxica para Miliband por la novedosa razón de que su partido se ve electoralmente amenazado por los derechistas eurófobos del partido UKIP, especialmente en zonas tradicionalmente laboristas donde hay alto desempleo.

Lord Renwick, que representó a Reino Unido en política exterior durante 32 años, contempla el panorama y se desespera. “En el fondo, lo que vemos”, dice, “es un fracaso de liderazgo tanto de Cameron como de Miliband. Hemos perdido la voluntad de influir en el mundo y lo que me temo es que un día nos despertaremos y veremos que ha sido un desastre para nuestro país”.

Europa, en un segundo plano

  • El debate sobre el futuro de Reino Unido en la Unión Europea ha permanecido en un segundo plano en la campaña a pesar de que, si ganan los conservadores, protagonizará con toda probabilidad los primeros dos años de la legislatura.
  • En enero de 2013 David Cameron anunció que celebraría un referéndum sobre la permanencia del país en la UE antes del final de 2017, después de negociar con Bruselas un acuerdo más favorable para el país.
  • La probabilidad de que, si se celebrara hoy la consulta, los británicos decidieran abandonar la UE es de un 48%, según el think tank Open Europe.
  • La salida de la UE costaría a Reino Unido 56.000 millones de libras (75.700 millones de euros), o un 2,2% del PIB, hasta 2030, según el mismo think tank.
  • Las exportaciones de bienes y servicios a la UE suponen el 14% del PIB británico.
  • Los laboristas, si gobiernan, no celebrarían el referéndum. Los liberales-demócratas lo apoyarían solo en el caso de la aprobación de un nuevo tratado.

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