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Morales lamenta los resultados regionales de Bolivia

El partido del presidente pierde la gobernación de La Paz y la alcaldía de El Alto

Morales vota en un colegio electoral de Chapare, el domingo pasado.
Morales vota en un colegio electoral de Chapare, el domingo pasado. EFE

La oposición gana terreno a Evo Morales en el mapa político de Bolivia. Las elecciones regionales del domingo supusieron para el Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales la pérdida de las alcaldías de El Alto y Cochabamba, y de las gobernaciones de La Paz y Tarija. Pese a que el MAS se mantuvo como la fuerza política más importante del país (cuatro gobernaciones y la mayoría de municipios), la formación de Morales sufrió el golpe de ceder ante Soledad Chapetón, de Unidad Nacional, y Félix Patzi, de Soberanía y Libertad (ambos descendientes de aimaras), dos bastiones históricos: la ciudad rebelde de El Alto y el centro político del país, el departamento de La Paz.

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Al final de la jornada electoral, la televisión mostraba a los opositores bolivianos celebrando sus respectivas victorias, mientras Morales no salía a evaluar los resultados como siempre había pasado. En su lugar, el vicepresidente Álvaro García Linera compareció ante la prensa solo y difundió escuetamente la línea oficial sobre lo ocurrido: reconoció la inédita derrota en La Paz, que atribuyó a la “falta de liderazgos locales”; recordó que su partido seguía siendo la principal fuerza política nacional, y dijo que estas elecciones no cambiaban la orientación de la política boliviana, definida en las presidenciales de 2014.

Este lunes, Morales ha expresado sin ambages su desazón por unos resultados que durante la campaña hizo todo lo posible por revertir, tanto con la oferta a los electores de darles “lo que pidan”, como con la advertencia de que no apoyaría a los municipios en los que ganara “la derecha”. Pero esta vez no pudo hacer bueno aquello de “a ficha puesta, ficha coronada”. Los electores rechazaron a sus candidatos de La Paz y El Alto, zonas de mayoría aimara, y votaron allí por profesionales indígenas que corrieron con los colores de dos diferentes partidos de oposición.

Según una fuente oficialista, la responsabilidad de este traspié se atribuye al canciller David Choquehuanca, una especie de “encargado de asuntos aimaras” dentro del partido de Gobierno, y que se encuentra en constante competencia con García Linera por el papel de número dos del esquema de poder. Si hasta este momento Choquehuanca, con su gran influencia en el Gabinete, tenía la primacía, es posible que la haya perdido por la derrota electoral. García Linera fue el encargado de evaluar los resultados, y se refirió fríamente a los candidatos de su partido en La Paz, que fueron seleccionados sobre todo por Choquehuanca. Morales ha señalado incluso que algunos de sus candidatos habían perdido porque en la campaña fueron vinculados con casos de corrupción.

Los ganadores deben ahora vencer el bloqueo del MAS en el órgano parlamentario regional, en el que posee la mayoría, y en las calles, donde actuará a través de las organizaciones sociales que controla. Según algunos analistas, la verdadera hazaña de la oposición no será haber ganado al partido de Gobierno en su campo, sino lograr mantenerse en el poder los próximos cinco años.

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Esta es la primera vez en la historia boliviana en la que se aplicará el sistema de balotaje (segunda vuelta electoral) en las gobernaciones en las que ningún postulante obtenga mayoría absoluta, lo que, según los resultados preliminares, sucederá en el Beni y Chuquisaca. Con lo que, por ahora, el oficialismo gana en cuatro regiones y la oposición en las dos más grandes, La Paz y Santa Cruz, y en la pequeña pero importante Tarija, sede de la industria gasífera del país. Sin contar El Alto, las capitales siempre habían sido objetivos difíciles para el MAS, de origen campesino. De las 10 principales ciudades, el MAS solo obtuvo tres alcaldías.

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