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Rusia alterará su doctrina militar ante la presencia de la OTAN en el Este

Moscú admite que tendrá que prescindir de las importaciones para la industria de defensa

Fuerzas de seguridad ucranias entrenan a voluntarios en Mariupol, en el sureste del país.
Fuerzas de seguridad ucranias entrenan a voluntarios en Mariupol, en el sureste del país.ANATOLIY BOYKO (AFP)

Rusia anunció el martes que introducirá modificaciones en su doctrina militar, al tiempo que llamó a EE UU a influir sobre Ucrania para que esta se decida a poner fin a las hostilidades en el este de ese país y apueste por una solución pacífica al conflicto que ha desatado una auténtica guerra civil.

El Kremlin ha decidido revisar su doctrina militar debido a las nuevas amenazas surgidas, que se reflejan para los rusos ante todo en que la OTAN —bloque militar que, a diferencia del Pacto de Varsovia, no se disolvió después de la caída de la URSS— continúa avanzando hacia el este e incrementando su potencial ofensivo.

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Mijaíl Popov, vicesecretario del Consejo de Seguridad de Rusia, dijo no dudar que ese “acercamiento de la infraestructura militar de los países miembros de la OTAN a las fronteras” del país, que se concreta también en la ampliación de la Alianza a más países, “conservará su lugar como uno de los peligros militares para la Federación Rusa”.

Popov manifestó que cada día se hace más evidente la aspiración de la OTAN de aumentar su “potencial estratégico ofensivo”, como lo demuestran los planes de reforzar sustancialmente sus tropas en el Báltico —ya tiene planeado enviar a Estonia armamento pesado, incluidos tanques y blindados— y la aprobación, prevista para la próxima cumbre de la Alianza en Gales, de crear nuevas bases militares en Europa del Este. A esto hay que agregar el escudo nuclear que Washington insiste en desplegar en esa zona, algo que el Kremlin considera una clara amenaza para su seguridad.

Todo esto ha determinado la decisión de introducir, antes de que termine el año, una serie de modificaciones a la doctrina militar aprobada en 2010 cuyo objetivo es responder de forma contundente a estos nuevos desafíos. Popov no ha dado detalles de las enmiendas que se adoptarán, pero vale la pena recordar que la última redacción de la citada doctrina ya contemplaba la posibilidad de usar de forma preventiva y, por lo tanto, unilateralmente, las armas nucleares en caso de amenaza a la seguridad de Rusia.

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Moscú ha reiterado que considera “inaceptables los planes de acercar la infraestructura de la Alianza” a su frontera y que esto es un factor determinante en las relaciones con Bruselas. Esto cobra nueva vigencia tanto a la luz de los nuevos planes de la OTAN como a la acogida benévola que ha tenido en algunos de sus miembros la declaración de Ucrania de querer formar parte de ese bloque.

El nuevo documento también recogerá la necesidad de contar solo con sus propias fuerzas para desarrollar el complejo de la industria militar. Esto es consecuencia directa de las sanciones impuestas por Occidente a Rusia en relación a Ucrania, que han terminado por convencer al Kremlin que ya no puede confiar en las importaciones para su defensa. Como señaló Popov, “la experiencia muestra que la fiabilidad de algunos de nuestros socios occidentales es un fenómeno temporal y, lamentablemente, está vinculada a la coyuntura política”.

El ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, insistió por su parte en la necesidad de presionar a Kiev para pactar un alto el fuego sin condiciones. “Sería muy importante emplear la influencia y, en general, las posibilidades de EE UU para mostrar que hay que dejar los intentos de resolver la situación por la vía militar para pasar a un proceso político”, declaró Lavrov.

Mientras, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados estimó el martes que el número de personas que ha huido de la guerra civil desatada en las provincias de Donetsk y Lugansk ya sobrepasa el millón: 814.000 habrían cruzado la frontera rusa y 260.000 serían desplazados en el interior de Ucrania (eran 117.000 a principios de agosto).

Las relaciones con Occidente se han deteriorado rápidamente en los últimos meses debido a la crisis de Ucrania y a la involucración de Rusia en ella. Europa, Estados Unidos y, por supuesto, Kiev acusan al Kremlin de estar interviniendo directa y militarmente en el conflicto del este de ese país, algo que Moscú niega. El líder ruso, Vladímir Putin, dijo en una reciente conversación con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que si él quisiera tomaría Kiev en dos semanas. Barroso interpretó esas palabras como una amenaza, pero Putin dijo esa frase en respuesta a las acusaciones de haber enviado tropas a Ucrania, es decir, como un argumento a favor de que en realidad no había intervención militar en el país vecino.

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