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El alcalde que jugaba de niño a ser presidente

El regidor de Quito emerge como un líder capaz de hacer frente a Correa

Mauricio Rodas, alcalde de Quito.
Mauricio Rodas, alcalde de Quito.EDU LEÓN

Mauricio Rodas (Quito, 1975) hasta hace poco era un outsider de la política ecuatoriana. Regresó al país en 2011, tras permanecer una década fuera, primero estudiando gestión política en Estados Unidos y luego trabajando para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en Chile; también como consultor político en México. A su regreso, y con algunos compañeros de universidad, comenzó a sentar las bases de lo que sería su movimiento político. Lo llamó SUMA, siglas que corresponden a Sociedad Unida Más Acción. El movimiento, y él mismo, debutaron en las elecciones presidenciales de 2013 y fueron la cuarta fuerza más votada, por encima de la coalición de izquierdas y de otras formaciones políticas con más trayectoria. Con ese “triunfo”, Rodas buscó la alcaldía de la capital de los ecuatorianos y venció al candidato del partido del Gobierno que buscaba la reelección. Obtuvo el 60% de los votos. Dejó de ser el candidato desconocido.

Rodas acaba de cumplir sus primeros 100 días al frente de Quito y la pregunta inevitable es si terminará su periodo en 2019 u optará por la presidencia en los comicios de 2017. Su respuesta es cauta: “No quiero adelantar lo que el tiempo nos va a entregar en el futuro. El futuro ya lo dirá”. Por ahora presume de los primeros logros de su gestión, como el rescate del transporte público o la creación del programa Empleo Joven.

La alcaldía de Quito es una vitrina para todo político que aspire llegar a la presidencia. Lo saben bien los exalcaldes Sixto Durán Ballén y Jamil Mahuad que fueron presidentes del país tras regir la capital. El portavoz de SUMA, Guillermo Celi, también es precavido a la hora de hablar de la posibilidad de que el movimiento pida a Rodas que sea el candidato presidencial. “Mauricio tiene que cumplir la misión que fue producto de una elección importante, por ahora tiene que hacer su trabajo en la ciudad, cumplir las promesas de campaña… Ya se verá lo otro”, dice.

La estrategia de Rodas es no confrontar y frecuentemente dice que no está en la oposición, sino en la proposición

Rodas quiere mantenerse cerca de la gente y una de las costumbres que mantiene de los tiempos de campaña es seguir recorriendo los barrios. Sus asesores dicen que muchas de las jornadas diarias del alcalde se inician a las seis de la mañana, y tomando nota de las demandas de la gente. Esto es parte de la vocación de servicio que tiene el regidor desde niño, cuando jugaba a las elecciones presidenciales con sus hermanos mayores y decía que su eslógan de campaña era “Mauricio es servicio”.

Esa frase pueril se afianzó bajo la influencia de su abuelo materno y de su padre, ambos políticos conservadores. “Con ellos aprendí que la política bien entendida, correcta y honestamente aplicada se convierten en la manera más directa de transformar una sociedad”, cuenta. Pero a la hora de definir su ideología se desmarca de sus ancestros y dice pertenecer al centro progresista. Niega ser parte de la “la restauración conservadora” (frase que acuñó Rafael Correa tras constatar el triunfo de la derecha en las elecciones locales y provinciales). “Yo la verdad no entiendo ese concepto, nosotros no estamos restaurando nada, sino avanzando al futuro. Nosotros impulsamos una visión moderna que pretende mejorar la calidad de vida de los ciudadanos”, responde Rodas.

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La estrategia de Rodas es no confrontar y frecuentemente dice que no está en la oposición, sino en la proposición. Desde que asumió la alcaldía mantiene abierto el diálogo con el presidente Rafael Correa. “El diálogo muestra la madurez de la democracia, es la visión que venimos promoviendo”, dice. Pero no todos los integrantes del movimiento comulgan con eso. Ramiro Aguilar, que llegó a la Asamblea Nacional por SUMA, decidió salir de las filas del movimiento cuando Rodas aceptó la invitación a comer que hizo Correa a todas las autoridades electas en febrero pasado.

Pero aunque hoy exista un trato diplomático entre Correa y Rodas, cuando este último volvió al país recibió severas críticas del gobierno porque presentó el Índice de Pobreza Ethos (hecho por la fundación del mismo nombre, que Rodas fundó en México), que situaba a Ecuador entre los países pobres de la región, junto con Bolivia y Venezuela. En ese momento, Rodas estuvo en el bando de los “vende patria”, otro término que ha acuñado el gobierno de Correa para referirse de las personas que cuestionan sus logros. Rodas, lejos de confrontar, todavía defiende ese trabajo. “Fue un trabajo académico con apoyo de expertos en pobreza como el expremio Nobel de Economía Amartya Sen. Medimos la pobreza como un fenómeno más amplio que la sola carencia de recursos económicos”, dice y añade que “la pobreza es algo mucho más profundo, para nosotros es la carencia de libertades, derechos y capacidades”.

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