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Tribuna
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La quiebra del solvente

El trato que ha recibido Argentina ha sido mucho peor que el que habría recibido, en iguales circunstancias, cualquier empresa o persona

La Argentina ha entrado en lo que en medios financieros se llama default (suspensión de pagos). La sensación que uno tiene cuando recibe ese calificativo es similar a la que debe sentir un quebrado: suena a insolvente, con la connotación moral o de reputación que ello conlleva. Sin embargo, la Argentina es solvente y lo paradójico no termina allí ya que, en el caso argentino, uno ve que el trato recibido por una nación ha sido mucho peor que el que habría recibido, en iguales circunstancias, cualquier empresa o persona.

En la ejecución de su deuda soberana la Argentina fue tratada no como un país sino como un deudor particular, pero lo curioso es que los particulares cuando quiebran y logran el apoyo de una mayoría de sus acreedores, logran que se levante su insolvencia pagando a todos los acreedores lo mismo, mientras que nuestro país, habiendo acordado con el 92,4% de sus acreedores pagarles algo que hoy está cerca del 70% de su acreencia original, fue condenado a pagar a algunos de los que no acordaron (por eso llamados holdouts) el 100% de su crédito multiplicado por 3,3. Pero eso es el pasado. Más adelante habrá que analizar las responsabilidades de cada uno en este resultado insólito, pero ahora lo cierto es que existe una sentencia y que hay que cumplirla, por más absurda que parezca.

La Argentina ha sido calificada como en default porque, a pesar de haber hecho un pago debido a los holdings, éstos no pueden cobrarlo porque la sentencia lo impide y existe algún riesgo jurídico si se les paga a los holdouts para destrabar todo este enredo. Es la rara sensación de ser un defaulteado solvente.

Como dirigente de un partido de la oposición democrática argentina, que aspira a reemplazar al actual gobierno en las elecciones del año que viene, creo que es importante dar un mensaje a nuestros amigos de todo el mundo. No cabe ninguna duda de que nuestro país hizo muchas cosas mal para llegar a esta situación. Pero tampoco deben caber dudas de que nuestro país es solvente y que tiene un enorme potencial de desarrollo inmediato. Aún en la oposición, no tenemos ni el menor atisbo de sospecha de que la Argentina no vaya a cumplir con sus obligaciones, actuales y futuras. Va a cumplir. Quienes pueden gobernar la Argentina en los próximos años, tienen sobre ese cumplimiento una convicción total y absoluta. En el peor de los casos, en algunos meses más esta situación, hoy tan dramática, será un mal recuerdo.

Los argentinos han sufrido y pagado con mucha miseria, pobreza, postergaciones y exclusión (a pesar de vivir en un país potencialmente tan rico) los actos de sus gobernantes y ahora afrontan la posibilidad de tener que padecer más recesión, más desempleo y más inflación, por esta situación. Como quedar afuera de los flujos mundiales de investigación, ciencia y tecnología, comercio, financiamiento del desarrollo, inversiones y trabajo no es una hipótesis siquiera imaginable, está claro que, desde el lugar político que circunstancialmente tengamos, vamos a hacer lo necesario para salir de esta calificación cuanto antes, de modo tal de disminuir los males que pueden sufrir nuestros compatriotas.

Pero mientras tanto, es importante que nuestros socios y aquellos que quieran trabajar o comerciar con nosotros y nuestros acreedores, sepan que la Argentina va a honrar sus compromisos y va a dar vuelta a una página triste de su historia, para utilizar su energía en el desarrollo y en la generación de oportunidades para todos, potenciando la relación entre la educación y el trabajo. La Argentina va a ser un gran lugar para trabajar, para invertir y para vivir.

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Federico Pinedo es diputado y presidente del Grupo Parlamentario PRO de Argentina. Twitter @PinedoFederico

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