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Guatemala reitera su voluntad de legalizar la marihuana y la amapola

El país centroamericano sería la segunda nación de la región, después de Uruguay, en despenalizar los cultivos

La policía guatemalteca destruye sembradíos de amapola
La policía guatemalteca destruye sembradíos de amapolaNUESTRO DIARIO

El presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, reiteró este miércoles en Panamá su intención de legalizar los cultivos de marihuana y amapola en algunas zonas vigiladas del país para satisfacer las demandas de las farmacéuticas. El mandatario explicó que una comisión específica, creada por el Gobierno para estudiar el tema, hará un informe sobre los impactos que la despenalización  tendría en el país. “Si el informe es favorable... el Ejecutivo enviará una iniciativa en tal sentido al Congreso (legislativo, unicameral) y ese será el debate desde aquí hasta octubre”, añadió Pérez Molina.

La despenalización, anunciada en su discurso de toma de posesión el 14 de enero de 2012, causó sorpresa en Guatemala. Durante su campaña ofreció luchar contra las bandas de narcotraficantes empleando a los kaibiles –tropas de élite del Ejército– para neutralizar esas bandas. 

Geográficamente, Guatemala es la penúltima frontera que los productores suramericanos de la droga tienen que superar antes de llegar al mercado estadounidense. Las luchas por el territorio entre carteles rivales ha elevado la violencia hasta colocar a Guatemala como uno de los países más violentos de América, solo superado por Honduras y El Salvador.

La guerra declarada por el expresidente de México, Felipe Calderón, en contra de las mafias de narcotraficantes, provocó que sus líderes se movieran hacia el sur y encontraran en la fragilidad extrema de este país un centro de operaciones para sus actividades. Esta realidad y la impotencia del Estado para combatir a grupos económicamente superiores y mejor armados hizo que Pérez llegara a la conclusión de que esta es una guerra perdida. Solicitó a la comunidad internacional un planteamiento distinto que, en el caso de Guatemala, se traduciría en la legalización de la producción de la marihuana y la amapola, esta última la materia prima para producir la heroína y la morfina.

En las poblaciones guatemaltecas fronterizas con México estos cultivos han sustituido a los tradicionales de maíz y frijol entre comunidades paupérrimas. Lo agreste del terreno, que siempre fue un obstáculo para sacar los productos al mercado, se ha tornado en una ventaja estratégica, a la hora de burlar los esfuerzos de las autoridades guatemaltecas para la erradicación de esos cultivos ‘ilegales’.

Las fuerzas de seguridad visitan esas zonas dos veces al año, según el mandatario, para destruir los cultivos. “No se captura a nadie porque tendríamos que detener a familias completas”, dijo el presidente.

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Muchos sectores de la sociedad guatemalteca se resisten a la posibilidad de la legalización porque consideran que convertiría al país en un paraíso para los productores y traficantes de las sustancias ilícitas.

El obispo Álvaro Ramazzini, que por décadas ha realizado su labor pastoral en los departamentos de San Marcos y Huehuetenango, donde el fenómeno se da con más frecuencia, advierte a sus feligreses que aunque el cultivo de la amapola les permite obtener ganancias mucho mayores a las de la siembra de granos básicos deben pensar en los daños que causan en los adictos y sus familias. “¿Quién y cómo los va a regular?”, se pregunta el obispo, que recuerda que el Estado se ha mostrado incapaz de controlar la venta de productos que requieren receta médica para ser adquiridos.

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