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Berlusconi no quiere escuchar a Ruby

Los abogados del ex primer ministro intentan suspender el juicio por estar en campaña electoral El juicio que más teme Berlusconi sigue adelante, pero sin la declaración de la joven

Foto: overonaelpais | Vídeo: REUTERS LIVE! / Giuseppe Aresu (AFP)

En la primavera de 2010, la bailarina marroquí Karima El Mahroug, ya conocida entonces por Ruby Robacorazones, aún era menor de edad, lo que no resultó óbice para que Silvio Berlusconi, quien por aquellas calendas tenía 73 años y el empleo de presidente del Gobierno italiano, la fuera instruyendo en los secretos de su transitada alcoba. “Berlusconi”, confesó poco después la muchacha ante el fiscal Antonio Sangermano, “me explicó que el bunga-bunga consiste en un rito de harén que había copiado de su amigo Gadafi, en el cual las muchachas se quitan la ropa y deben hacerle sentir placeres corporales”. Ruby se personó hoy ante el tribunal de Milán que juzga a Berlusconi por un presunto delito de inducción a la prostitución de menores y abuso de poder, pero los abogados del político intentaron durante toda la mañana la suspensión del proceso por “legítimo impedimento”. Alegaban los letrados que su defendido se encuentra en plena campaña electoral y que las declaraciones de Ruby pueden ser aprovechadas por sus rivales para atacarlo. La vista oral continuará pero sin el testimonio de Ruby.

La fiscal adjunta de Milán, Ilda Boccassini, se opuso de manera frontal a la suspensión: “Yo pido que el proceso siga adelante, porque un juicio no puede ser suspendido por una campaña electoral. El imputado no es secretario político de su partido –el Pueblo de la Libertad (PDL)—ni tampoco candidato a primer ministro…”. Esta última frase tiene su gracia, porque Berlusconi sí es de facto ambas cosas -dueño del PDL y se presenta a las elecciones-, pero en los últimos días anda diciendo que, si ganase, preferiría quedarse con la gestión del dinero: “Un ministro de Economía manda mucho más que un primer ministro”. Tal extravagancia viene a cuento porque Berlusconi ha pactado con los dirigentes de la Liga Norte concurrir juntos a las elecciones, y sus viejos consortes pusieron como condición que Il Cavaliere no optara de nuevo al cargo de jefe del Gobierno. Una trampa más de Berlusconi que la aguerrida fiscal Boccassini ha logrado utilizar en su contra.

A quienes –dentro pero sobre todo fuera de Italia—se preguntaban hace unos meses por qué Berlusconi, a pesar de su edad y su fortuna, seguía dando la matraca en política, aquí tienen la respuesta. Como viene haciendo desde hace dos décadas, el magnate intenta beneficiarse a toda costa de su poder político, bien dictando leyes favorables a sus empresas, bien forrándose de inmunidad ante las embestidas, cada vez más cercanas, de fiscales y jueces.

El de Ruby es, por sus delicadas connotaciones, el proceso que más teme tanto el magnate como su entorno político. Ya no se trata de tráfico de influencias o de evasión de capitales, sino de prostitución de menores. Los jueces de Milán, a los que el anterior primer ministro llama comunistas cada vez que tiene ocasión, seguirán adelante con el proceso, aunque sin la declaración de Ruby, que en un principio había sido propuesta como testigo por la defensa. El abogado de Berlusconi, Nicolò Ghedini, logra así que el relato de la muchacha sobre las bacanales en la mansión de Arcore se cruce en las páginas de los periódicos con las nuevas promesas electorales del político incombustible.

Karima El Mahroug ya ha cumplido los 20 años, tiene un hijo y parece haber reiniciado una nueva vida junto a su pareja, Luca Risso. Su salto a la fama se produjo después de que la policía la detuviera por robar joyas y dinero a otra joven de vida disipada. La noche del 27 al 28 de mayo de 2010, el primer ministro Berlusconi telefoneó personalmente a la comisaría central de Milán para asegurar que era “sobrina” del entonces presidente egipcio Hosni Mubarak y debía ser puesta en libertad. La voz de Ruby no se escuchará por tanto en el tribunal de Milán, pero su relato ante los fiscales -junto al de las decenas de muchachas que Berlusconi aún sostiene a golpe de talonario- deja claro que quien ahora considera un impedimento para la justicia su campaña electoral, hace apenas tres años no consideraba un impedimento para el prestigio de Italia que su jefe de Gobierno anduviese de parranda con menores de edad, instruyéndolas sobre los “ritos de harén” de su malogrado amigo Gadafi.

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