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Diez momentos históricos de los debates presidenciales de Estados Unidos

Cinco décadas de debates, desde Richard Nixon y John F. Kennedy hasta Barack Obama y John McCain

1960. El sudor de Richard Nixon

Era el primer debate televisado de la historia de las elecciones estadounidenses. Frente a Nixon, el todavía senador John F. Kennedy. Este había cancelado todos sus actos para preparar el debate mientras que el republicano, sin embargo, había ofrecido ese mismo día un discurso en una sede sindical, desde donde se desplazó al plató de televisión, y una vez allí rechazó que le maquillaran. La imagen de Nixon fue la de un hombre cansado, con sudor en el rostro y bolsas bajo los ojos, especialmente marcadas por las luces en televisión.

1976. Gerald Ford y la Unión Soviética

El presidente Ford aseguró durante su enfrentamiento al candidato demócrata, Jimmy Carter, que “no existe una dominación soviética en Europa del Este y esa dominación tampoco existirá bajo la Administración Ford”. La equivocación, reconocida por el propio aspirante republicano, es recordada como uno de los errores que pudieron costarle las elecciones presidenciales.

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1980. La sonrisa Ronald Reagan

En el segundo de los debates presidenciales contra su contrincante, Jimmy Carter, este afirmó que el republicano se oponía a la ampliación del sistema de salud y el programa Medicare, que proporciona atención médica a personas de la tercera edad y sin recursos. Llegaba el turno de los argumentos finales y Reagan zanjó con una frase ya histórica: “There you go again” —Ya estamos otra vez...— pronunciada además con media sonrisa.

1984. La edad de Reagan

“Usted ya es el presidente más mayor de la historia y algunos miembros de su equipo afirman que se mostró cansado después del primer debate”. Un periodista de Baltimore Sun preguntó a Reagan, de 73 años, si su edad le impediría tratar graves crisis internacionales con la atención que merecen. “No tengo ninguna duda”, contestó Reagan. “No voy a convertir mi edad en un asunto de esta campaña”.

1988. Michael Dukakis y la pena de muerte

El periodista preguntó a Dukakis si estaría a favor de la pena capital contra un hombre que violara y asesinara a su mujer. El aspirante demócrata respondió tajantemente que no y dejó a la audiencia y al electorado sin una argumentación que hubiera mostrado un lado más humano del candidato a la Casa Blanca.

1992. George H. Bush mira la hora

Fue tan sutil que algunos de los periodistas presentes en la sala no pudieron apreciar en un primer momento el efecto que sí tuvo en las audiencias. George Bush, candidato a la Casa Blanca, tenía enfrente al demócrata Bill Clinton, que acabaría ganando las elecciones. El republicano apenas abandonó el taburete en todo el debate y miraba el reloj en su muñeca, cuando una de las asistentes preguntó a los candidatos cómo les había afectado personalmente el incremento de la deuda nacional. Bush tardó unos instantes en contestar y acabaría reconociendo que no entendió la pregunta. Clinton aprovechó, se levantó, y se acercó al público mientras contestaba, mostrando mucha más empatía que su contrincante.

2000. Los suspiros de Al Gore

El candidato demócrata se enfrentaba a Bush en las elecciones más ajustadas de la historia. Durante el debate, Al Gore tenía el reto de presionar al republicano pero sus gestos, suspiros y su lenguaje corporal acabaron por traicionarle, dibujando a un candidato impaciente y condescendiente.

2008. “Gustas lo suficiente, Hillary”

El moderador se dirige a Hillary Clinton. “El electorado alaba su currículum, pero afirma que Obama es más agradable”. Clinton: “Eso hiere mis sentimientos. Aunque creo que Obama es bastante agradable”. Entre las risas del público, suena la voz de Obama, que se acerca al micrófono. “Tú eres suficientemente agradable, Hillary”. Casualidad o no, ese mes de enero Obama perdió las siguientes primarias, en New Hampshire, y su rivalidad con Clinton no se resolvería hasta el mes de junio.

2008. “Ese tipo”

John McCain llegaba a los debates de hace cuatro años con la intención de consolidar su imagen de candidato inferior, buscando la oportunidad para que un gesto o un error de Obama diera la vuelta a las encuestas. Sin embargo, sería una de sus propias frases, escondida en una respuesta, la que protagonizó gran parte de la conversación en los medios de comunicación al día siguiente, ya que McCain se refirió a Obama, de manera bastante confusa, como “ese tipo”:

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