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Roma se prepara para la beatificación de Juan Pablo II, la más rápida de la edad moderna

El prefecto de Roma estima que un millón de personas asistirán el domingo a la beatificación.- Berlusconi garantiza que el Gobierno italiano acudirá "en pleno"

Roma se prepara, se blinda y se engalana para la beatificación de Juan Pablo II, la más rápida de la edad moderna, que se celebrará el domingo, apenas seis años y 29 días después de su muerte y desbancando del podio a Teresa de Calcuta por dos semanas. El prefecto de la ciudad, Giuseppe Pecoraro, anunció ayer que la policía estima que un millón de peregrinos llenará la plaza de San Pedro, donde Benedicto XVI oficiará la esperada y controvertida ceremonia de beatificación, aunque el Vaticano rebajó esta tarde la cifra hasta las 300.000 personas.

Pero mientras tanto el Vaticano está ya ultimando el paso sucesivo: el proceso para convertir a Karol Wojtyla en santo ha empezado ya. Según ha dicho al diario La Repubblica, el prefecto de la Congregación para las causas de los santos, Angelo Amato, hasta Roma han llegado ya "muchas" indicaciones de nuevos milagros atribuidos a Juan Pablo II, "desde todas partes del mundo", y los promotores de la santidad están trabajando con los mismos criterios que han guiado la beatificación: "rapidez y rigor".

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"Bastaría uno solo", ha dicho el jefe del dicasterio vaticano. "Ahora debemos elegir una de las indicaciones, y ver, con la ayuda de los especialistas, científicos y médicos, cuál podemos tomar en consideración para proceder al examen jurídico del milagro".

Insólita rapidez

Pese a las críticas internas que ha generado la insólita rapidez de la beatificación, el postulador de la causa, Slawonir Oder, se está encargando ya del proceso de santidad. Tras lograr certificar en tiempo récord el milagro de la curación del parkinson que sufría la monja francesa Marie Simon-Pierre, Oder se ha concentrado ahora en tres casos distintos, llegados de Rusia, Francia e Italia.

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La promoción a beato y a santo de Juan Pablo II es una apuesta especialmente impulsada por el Opus Dei, el movimiento considerado más afín a su figura y su papado junto a los Legionarios de Cristo y Comunión y Liberación. El Opus, a través de un portavoz, ha señalado que la ceremonia que presidirá el domingo el Papa "será ciertamente el primer paso hacia su canonización. No hay ninguna duda. Wojtyla no era solo un modelo de papa, de obispo o de sacerdote, sino de cristiano y de hombre".

La aproximación del Opus Dei, en todo caso, es solo una más entre las muchas que laicos, creyentes y ateos de medio mundo están haciendo estos días sobre la abrumadora figura de Karol Wojtyla (Wadowice, Polonia, 1920-Roma, 2005).

Agenda política

Pero no faltan tampoco las voces que afirman que tras su subida relámpago a los altares se esconde una agenda política (intentar zanjar la historia antes de que se conozca del todo, levantar los ánimos de la deprimida Iglesia). Giancarlo Zizola, biógrafo de Wojtyla, lo explica así: "Corren malos tiempos para la Iglesia romana, y la beatificación parece un intento de terapia urgente; como si reproduciendo la técnica del consenso de masas del papado anterior se pudiera cubrir la crisis actual. Es difícil decir si tras esa prisa hay un verdadero espíritu religioso o una concesión a la industria cultural religiosa, pero me parece que es evidente que hay un intento del partido neoliberal y neofascista de la Iglesia, encarnado en movimientos como el Opus Dei y Comunión y Liberación, por apropiarse de la figura de JP II para reforzar su papel actual dentro de la Iglesia".

El balance de las luces y sombras es en todo caso complejo: abarca la tarea pastoral y evangélica, los aspectos teológicos y de gestión, pero también los escándalos financieros y sexuales, y la herencia legada a su sucesor.

Con motivo de la beatificación, se ha multiplicado la edición de libros (incluido uno en forma de entrevista con el secretario de Estado, Tarcisio Bertone) y monografías, y los periódicos y televisiones no dejan de hablar de Wojtyla. En Roma conviven muestras de fotos, conciertos y misas, debates y documentales. Y recuerdos tan peculiares como una ampolla de la sangre del Papa, guardada por sus médicos, que será expuesta a la veneración de los fieles con motivo de la beatificación. El vaticanista y canonista Filippo Di Giacomo no se explica "cómo los promotores han podido conservar la sangre del papa para mostrarla ahora en ampollas como efectos especiales de los actos, dado que está prohibido por la legislación canónica vigente".

El gran oscurantista

Una aproximación rigurosa, basada en textos y en hechos y escrita por plumas como Hans Küng, Fernando Savater, Paolo Flores D'Arcais o Gianni Vattimo, es la propuesta de la revista de filosofía Micromega, que cumple este año su 25º aniversario. El título del monográfico dedicado a Wojtyla deja poco lugar a dudas: "El gran oscurantista".

El número coordinado por Flores se abre con tres citas. La primera es del catecismo católico: "La idolatría no atañe solo a los falsos cultos del paganismo. Sigue siendo una tentación constante de la fe". La segunda es un telegrama reservado enviado por Wojtyla el 18 de febrero de 1993: "Al general Augusto Pinochet Ugarte y a su distinguida esposa señora Lucía Hiriart de Pinochet, con ocasión de sus bodas de oro matrimoniales y como prueba de abundantes gracias divinas, con gran placer imparto, así como a sus hijos y nietecitos, una bendición apostólica especial".

La tercera es del Evangelio de Lucas, 6,26: "Malo cuando todos los hombres hablen bien de ti. Eso mismo hicieron sus padres con los falsos profetas".

La conocida simpatía de Wojtyla por el sanguinario dictador chileno es vista como un ejemplo de la lucha que Wojtyla desarrolló contra la expansión del marxismo en Latinoamérica, donde el Vaticano, con la ayuda de Marcial Maciel y otros sátrapas, combatió a la Teología de la Liberación.

Küng, sin embargo, pone el acento sobre otras cuestiones. En El Caso Maciel y otras cinco sombras, el teólogo repasa los motivos por los que Wojtyla nunca debería haber sido elevado a santo local (solo será santo universal cuando se demuestre un segundo milagro). "Wojtyla encubrió durante mucho tiempo los crímenes del cardenal pedófilo vienés Hans Hermann Gröer, a pesar de que la conferencia episcopal austriaca demostró su culpa", escribe Küng, que recuerda también que "Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, fue siempre un protegido especial de Juan Pablo II (...) a pesar de que las denuncias y quejas empezaron a llegar a Roma en 1976".

Además, el milagro atribuido al Papa es según Küng cuando menos "controvertido porque los médicos dudan que la monja sufriera verdaderamente esa enfermedad". El teólogo añade un motivo más para rechazar la fulminante decisión de Benedicto XVI: "Las lucrativas beatificaciones de masa" que impulsó Wojtyla, "a menudo con fines políticos ligados a las órdenes y a la Iglesia". Entre las más "escandalosas", el teólogo cita las canonizaciones de Padre Pío y del fundador del Opus Dei, Escrivá de Balaguer, "hombre de dudosa santidad".

Micromega ofrece también la declaración jurada íntegra dada por el ex abad de San Pablo Extramuros, Giovanni Franzoni, ante los postuladores de la causa de beatificación de Wojtyla en 2007, en la que expresó "graves dudas que no se pueden silenciar". Sobre todas, Franzoni citó una: "El ansia con que muchos ambientes trabajan en la beatificación tiene poco de evangélico. Pido que Wojtyla sea dejado al juicio de la historia".

Negocios oscuros

Otros críticos han sacado a colación estos días los misterios que rodearon a la quiebra del Banco Ambrosiano y las posteriores muertes de sus artífices, genial y libremente sintetizada por Coppola en El Padrino 3. Los testimonios han ido apareciendo estos años con cuentagotas, pero con una claridad cada vez mayor. La implicación de la mafia siciliana en aquel escándalo parece documentada por libros como Vaticano S.A., de Gianluigi Nuzzi, que prueba las relaciones prioritarias de Cosa Nostra con el IOR en tiempos de Giulio Andreotti, el arzobispo Joseph Marcinkus, los banqueros Roberto Calvi y Michele Sindona y otros beatos de similar ralea.

"Wojtyla quería destruir el comunismo... Para hacerlo necesitaba dinero. Así Marcinkus tenía al papa en su mano", dijo en 2003 Clara Canetti Calvi, la mujer del asesinado (los jueces no pudieron decir por quién) Roberto Calvi.

Otro testigo de excepción fue Licio Gelli, venerable maestro masón fundador de la P-2. "En septiembre de 1980", ha dicho, "Calvi me contó que estaba preocupado porque debía pagar una suma de 80 millones de dólares al movimiento Solidarnosc y solo tenía una semana para mandar el dinero".

Más allá de los negocios turbios, según el vaticanista Filippo di Giacomo: "Wojtyla tuvo sobre todo una virtud. Cambió la percepción del catolicismo. Y convirtió el Vaticano en la plaza central del mundo global, desde México a África, las Filipinas o Nueva Guinea Papua, haciendo entender a los católicos lo rica que era la realidad de la Iglesia".

En el otro lado de la balanza, la famosa suciedad de la Iglesia, de la que tanto ha hablado Joseph Ratzinger en estos últimos seis años. La controvertida herencia legada por el papa polaco a su amigo alemán, mano derecha y guardián de la fe, incluye también los escándalos de pederastia clerical encubiertos durante décadas en medio mundo, y el hecho de que Wojtyla dejara las parroquias históricas vacías de sacerdotes y de fieles.

Según lo ve Di Giacomo, "su herencia es paradójica: es verdad que vació las Iglesias y llenó las plazas, pero no es menos cierto que la tarea de limpieza emprendida por Ratzinger está devolviendo a los católicos a las iglesias".

Los romanos, siempre papistas pero bastante anarquistas, esperan divididos los actos que empiezan esta noche con una vigilia en la que se espera a 150.000 personas que y durarán hasta el lunes. Unos se declaran dispuestos a poner velas en las ventanas. Otros afirman que escaparán a la playa huyendo del millón de peregrinos anunciado, pero nadie sería capaz de asegurarlo. Di Giacomo piensa que se quedarán, "no vaya a ser que el papa reinante tenga necesidad de su ayuda".

El que ha garantizado su asistencia es Silvio Berlusconi, que ha asegurado al secretario de Estado, Tarcisio Bertone, que el Gobierno en pleno acudirá el domingo en bloque a festejar al beato polaco en la plaza de San Pedro.

Juan Pablo II reza durante una ceremonia en la Basílica de San Pedro en abril de 2002
Juan Pablo II reza durante una ceremonia en la Basílica de San Pedro en abril de 2002REUTERS

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