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Pakistán detiene a 50 estudiantes radicales de la Mezquita Roja

Las fuerzas de seguridad estrechan el cerco, en previsión de un asalto, de los cientos de islamistas atrincherados

Las fuerzas de seguridad de Pakistán han detenido hoy a medio centenar de estudiantes de la escuela coránica masculina de la Mezquita Roja, cuyo recinto principal sigue bajo asedio sin que los radicales atrincherados en él se rindan por el momento. Varios cientos de personas resisten en el interior de la mezquita, entre ellos mujeres y niños a los que los más radicales impiden salir, según el Gobierno, que sigue intentando negociar con el líder de los atrincherados para evitar que un asalto acabe con la vida de inocentes.

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Durante la pasada madrugada se han oído disparos en el recinto de la mezquita, fortísimas explosiones y tiroteos, interrumpidos por la lluvia, que apuntan a que las fuerzas de seguridad están derrumbando muros y estrechando el cerco en previsión de un asalto.

Tras cortar la luz y el agua a las instalaciones, se han suprimido los servicios de gas que permitían a los atrincherados cocinar la comida que les queda y fue destruido un generador de electricidad próximo a uno de los muros. Unos 1.220 estudiantes, de ellos 426 mujeres, han abandonado el recinto desde que, hace cinco días, las fuerzas de seguridad lanzaran una amenaza de asalto si los radicales no deponían las armas.

La mayoría se rindieron en los primeros dos días, lo que para el Gobierno demuestra que los más extremistas, que cifra en unos 50 a 80 hombres pertrechados con armas automáticas y granadas, están usando al resto como escudos humanos.

Llamada a la rendición

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"Prefiero morir", proclamó anoche el número dos de la mezquita, Abdul Rasheed Ghazi, en una conexión en directo con el canal de televisión Geo, mientras en otra línea el ministro del Interior, Aftab Sherpao, le instaba a rendirse. Para evitarle una humillación que se sume a la sufrida por su hermano, el clérigo principal de la mezquita, Abdul Aziz, detenido cuando intentaba escapar camuflado bajo un burka, Sherpao prometía a Ghazi que no le haría quitarse la camisa como a otros radicales que han ido abandonando el templo.

El Gobierno le ha ofrecido un arresto domiciliario en una casa de huéspedes y en compañía de su enferma madre, que sigue en el interior de la mezquita junto a la esposa de Aziz, a la que se dio por detenida el pasado miércoles tras confundirla con una de las hijas de la pareja.

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