Piensa en mí y acertarás

Se pueden pasar meses buscando regalos y les horroriza repetir, hacen del obsequio navideño un culto a la amistad

Por Karelia Vázquez

Hasta tres meses dedica Elena H (35) a preparar sus regalos de Navidad. Se define como una persona detallista, que solo compra para gente muy cercana a la que conoce muy bien. “Llevo regalándole a la misma gente muchos años, por eso debo organizarme, me horrorizaría repetirme o comprar unos pendientes a alguien que ni siquiera tiene agujeros en las orejas”. Elena pertenece a esa clase de personas que opinan que un regalo es un pequeño pedazo de nosotros que dejamos en otra persona. Y más vale que el recuerdo sea, si no duradero, al menos agradable. Una personalidad parecida exhibe Marcos Z (42), informático de profesión, lo que hace que sus amigos tengan altas expectativas con sus regalos. “No es que esperen que sean caros, pero sí muy novedosos o muy útiles, o al menos sorprendentes”. Marcos lo pasa mal, se siente bajo presión y no le gusta defraudar. También lleva varios años comprando regalos para las mismas personas y tiene miedo de repetir. Como deformación profesional, el año pasado abrió una tabla de Excel para no cometer errores. Un psicólogo diría que los que se curran los regalos de modo compulsivo, como si les fuera la vida en ello, son personas inseguras, que creen que serán valoradas por su elección. Elena y Marcos niegan la mayor. Disfrutan pensando en los demás y acertando. Los mercadillos, las tiendas vintage, las agencias de viaje temáticas, las joyerías que personalizan sus piezas o los mercados orgánicos son el territorio de estas personas.