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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Gaza: más de 19.000 heridos y 142 muertos

Quedan siete días para que el combustible disponible para el sistema sanitario llegue a su fin y Gaza colapse. Toda ayuda es poca

Unos niños palestinos esperan en Rafah con sus familias para cruzar el punto fronterizo entre Egipto y la franja de Gaza el pasado 20 de mayo de 2018.
Unos niños palestinos esperan en Rafah con sus familias para cruzar el punto fronterizo entre Egipto y la franja de Gaza el pasado 20 de mayo de 2018. MOHAMMED SABER (EFE/EPA)
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La Franja de Gaza está al límite. Ni los más agoreros podían imaginar hace 70 años, cuando se creó el Estado de Israel, que la población palestina en general y los gazatíes en particular iban a vivir en un infierno como es hoy ese pequeño espacio de tierra. Son apenas 365 kilómetros cuadrados —casi como la ciudad de Madrid—, sometidos desde hace años a un inhumano bloqueo, acosados militarmente y marcados por el abandono. Un pedazo de costa sin salida al futuro.

Los más de 60 muertos y los más de 2.700 heridos de las últimas protestas de estos días son un suma y sigue de unas cifras que ponen los pelos de punta: desde diciembre, el funesto balance apunta a 142 fallecidos y 19.000 heridos, según el Ministerio de Salud palestino. Es el triste desenlace tras unas manifestaciones cuya mecha encendió Donald Trump al trasladar su Embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Ahora Trump mira para otro lado, a las Coreas, a China, a Irán, pero no quiere mirar cómo Gaza se tiñe de sangre.

No hay excusa para ninguna muerte, pero el caso es que las víctimas de esta última andanada de fuego no han sido solo los manifestantes, sean niños o minusválidos. También ha sido blanco el personal médico y las instalaciones sanitarias, lo que ha provocado lesiones a 211 miembros de este escaso personal y daños a 25 ambulancias, según datos de la OMS. En Gaza, un médico menos son muchas vidas menos y 25 ambulancias dañadas son 25 opciones menos de llegar con vida a una cama porque no es fácil encontrar repuestos.

Debido a la imposibilidad de obtener una derivación médica para ser operados fuera de la Franja, según la nota de la OMS, desde marzo, al menos 21 palestinos heridos han sufrido amputaciones de miembros.

En Gaza, 25 ambulancias dañadas son 25 opciones menos de llegar con vida a una cama

Ya en febrero, después de que Trump anunciara la retirada de fondos para la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), la situación se había vuelto dramática. Los hospitales, como denunció el personal de Alianza por la Solidaridad que trabaja en la zona, estaban al borde del colapso, incapaces de lidiar con el bloqueo de una década, sin suministros ni equipos médicos, sin los medicamentos más básicos y sin electricidad para poder trabajar.

Con un suministro eléctrico que llega desde Israel solamente durante unas cuatro horas al día y en horarios imprevisibles, en Gaza ya no quedan recursos para comprar el preciado gasoil que requieren los generadores y así mantener abiertos los centros sanitarios. Ya en febrero tuvieron que cerrar tres hospitales públicos, según denunciaba entonces la organización palestina de la salud Union of Health Work Committees (UHWC). Con este comité trabaja en la Franja Alianza por la Solidaridad desde hace tiempo en atención para la salud sexual y reproductiva de las mujeres y en detección y atención de casos de violencia de género.

Desde entonces, son más hospitales y centros de salud los que han tenido que cerrar porque no podían seguir abiertos. Todo ello a la vez que, cada viernes, se enfrentan a un número creciente de heridos de bala y de bebés afectados por gases lacrimógenos, casos críticos que se suman a los pacientes por enfermedad, a los enfermos crónicos, a los partos, a los accidentes... En fin, a lo habitual en una sociedad que lleva mucho tiempo sometida a graves carencias. A veces se nos olvida pero, en Gaza, con una población de unos dos millones de habitantes, cada día hay unas 200 operaciones quirúrgicas programadas y 100 cesáreas y partos, y personas que requieren quimioterapia, diálisis, rehabilitación o, cada vez más, terapia psicológica y psiquiátrica para seguir adelante.

Un manifestante palestino en silla de ruedas lanza piedras durante los enfrentamientos en la Franja de Gaza el pasado 11 de mayo.
Un manifestante palestino en silla de ruedas lanza piedras durante los enfrentamientos en la Franja de Gaza el pasado 11 de mayo.MAHMUD HAMS (AFP)

Atacar al personal médico, a las ambulancias… ¿No es un crimen de guerra según el Estatuto de Roma? ¿No se están violando derechos básicos al impedir que un herido reciba ayuda médica? La respuesta es sí, y todo indica que las condenas públicas de Naciones Unidas, de la Unión Europea o de los Gobiernos no bastan si no van acompañadas de otras muchas medidas.

Para empezar, habría que presionar a Israel con acciones contundentes que obliguen a acabar con estos crímenes y también con el bloqueo, porque es urgente que se facilite la entrada en Gaza de ayuda humanitaria. Si en un país hay unas fuerzas ocupantes, estas deben cubrir los servicios mínimos de la población ocupada, según el derecho internacional humanitario. En otro caso, deben permitir que lo hagan terceros.

Por otro lado, apenas quedan siete días para que Gaza colapse, siete días para que el combustible que tienen disponible para su sistema sanitario llegue a su fin, según datos de la UNRWA. Los depósitos se vacían sin que de momento el resto del mundo se esté volcando en esa ayuda humanitaria que se necesitaría desde ya. La desesperación no es ningún camino para la paz.

Clínicas como las de UHWC han desarrollado hasta ahora su trabajo gracias, en buena parte, a la financiación de la agencia de la propia UNRWA, ya recortada por Estados Unidos. Ahora UHWC tiene un déficit que se acerca peligrosamente al millón de dólares, pero no puede dejar de atender a quienes no tienen recursos y ¿qué palestino va a poder pagar 286 dólares que costaría sin este apoyo internacional una cesárea?

Por ello, hago desde aquí un llamamiento a la colaboración, un apoyo que vaya mucho más allá de una firma o un tuit. La necesidad de los palestinos gazatíes hoy es tan grande que toda ayuda será poca.

Rosa M. Tristán es colaboradora de Alianza por la Solidaridad.

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