_
_
_
_
Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado
_
SOSTENIBILIDAD

Permacultura en las ciudades

Un concepto que cumple 40 años y, poco a poco, se introduce en el diseño urbano

Convergencia de construcción urbana en Portland
Convergencia de construcción urbana en PortlandSara Dent (Flickr Creative Commons)
Más información
Así será el primer pueblo ‘autoabastecido’
Sitopia: los alimentos y las ciudades
Huertos para la integración, la formación y el autoconsumo
Los edificios ecológicos son más baratos

En 1978 Bill Mollison y David Holmgren definieron el concepto de Permacultura. Su origen se liga a la contracción de las palabras Permanente (en el sentido de sostenible) y Agricultura. Sin embargo, la permacultura se concibe como una disciplina de diseño de entornos sostenibles en todas sus dimensiones: social, económica y medioambiental. Y por tanto, su aplicación práctica, más allá de la actividad agrícola, sostiene que las sociedades humanas deben poder satisfacer sus necesidades básicas dentro de los límites ecológicos.

Para ello, sus diseños se enmarcan en tres principios éticos: Cuidar la tierra: la conservación del suelo, los bosques y el agua como necesarios para el desarrollo de todos los seres vivos; Cuidar a las personas: que implica la satisfacción de las necesidades humanas básicas; Repartir los excedentes: invitando a reinvertir los excedentes en el sistema de manera que, por un lado no hay residuos y por otro, se comparte de manera justa.

Y en doce principios básicos de diseño, enfocados bajo la teoría de sistemas y que sirven como guías generales ante la complejidad de poder desarrollar entornos y asentamientos humanos sostenibles:

1. Observa e interactúa: tomando como referencia la naturaleza, un gran sistema complejo de interrelaciones, para crear sistemas integrados en ella que sean beneficiosos.

2. Captura y almacena recursos: ante el uso actual de fuentes no renovables, propone idear modos inteligentes y sustentables para la generación y almacenamiento de recursos que permita el desarrollo de generaciones futuras.

3. Obtén un rendimiento: los sistemas diseñados deben producir frutos que garanticen la supervivencia sin hipotecar el futuro.

4. Aplica la autorregulación y acepta la retroalimentación: así como funcionan las retroalimentaciones en la naturaleza, pueden diseñarse sistemas y hábitats autorregulados.

5. Usa y valora los servicios y recursos renovables: para hacer el mejor uso posible de la abundancia natural y renovable.

6. Deja de producir residuos: e integrar cada recurso disponible de manera adecuada dentro de los ciclos naturales.

7. Diseño de los patrones a los detalles: se pueden detectar patrones o motivos generales que pueden utilizarse luego como columna vertebral de nuestros diseños, e implementarlos en los detalles.

8. Integrar más que segregar: las conexiones entre los elementos son más importantes que los elementos mismos. Un principio muy presente en sistemas humanos.

9. Usa soluciones lentas y pequeñas: los sistemas lentos y pequeños son más fáciles de mantener que los grandes y rápidos, hacen un mejor uso de los recursos locales y producen resultados duraderos.

10. Usa y valora la diversidad: ya que reduce la vulnerabilidad a las posibles amenazas.

11. Busca los bordes y valora lo marginal: allí es donde se encuentran el mayor dinamismo y riqueza.

12. Usa y responde creativamente al cambio: para poder actuar de manera oportuna y obtener un impacto positivo sobre los cambios inevitables o sobre una visión de futuro.

Entendida así, como un enfoque global para el diseño de la sostenibilidad en todos los ámbitos, la permacultura se recupera hoy como una estrategia más para caminar hacia ciudades más habitables y con unos costes sociales y medioambientales menores. Y se incorpora a un marco de trabajo que no es nuevo en el urbanismo, y que atiende al reto cada vez más urgente de caminar hacia ciudades sostenibles. Ya en 1992 Maurice F. Strong, secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro, afirmaba: "la batalla global por la sostenibilidad se ganará o perderá en las ciudades". Y declaraciones como la Carta de las Ciudades Europeas hacia la Sostenibilidad, conocida como Carta de Aalborg (1994), así lo han recogido. Ahora, la permacultura, se suma a las propuestas concretas de urbanismo  para la creación de sistemas que sean ecológicamente sanos y económicamente viables, que produzcan lo necesario para satisfacer sus propias necesidades y las del entorno, y sean sostenibles a largo plazo.

El reto es ambicioso. Las ciudades requieren de una gran cantidad de entradas (energía, agua, alimentos, etc.) y generan también una gran cantidad de residuos (aguas, contaminación atmosférica, basuras, etc.) Por eso, las propuestas son diversas y van desde acciones locales y específicas a diseños urbanos de carácter más integral.

  • Diversas urbes introducen ya propuestas en el ámbito del consumo y la alimentación, orientadas fundamentalmente a primar el producto local y de temporada o a evitar los productos sobre empaquetados. Y es que, históricamente el acceso a la comida ha inducido al desarrollo, diseño y crecimiento de las ciudades. Así lo afirma Carolyn Steel, que acuñó el concepto de sitopia (de las palabras griegas sitos, comida y topos, lugar) para repensar el diseño urbano a partir de los alimentos, con el objetivo de fomentar el equilibrio entre las necesidades humanas y las de la naturaleza. Así, son numerosas las ciudades que en los últimos años han visto reaparecer en sus calles los huertos ecológicos. E iniciativas de agricultura orgánica de creciente impacto, como en la ciudad de Katmandú. Donde el tejido económico social se ha promovido mediante el fomento de pequeñas empresas verdes de producción agroecológica y generando una estructura que fomenta el eco-turismo a través de cooperativas locales.
  • La movilidad sostenible es otro gran reto de las grandes urbes. Y las propuestas pasan por reducir y optimizar los desplazamientos, y maximizar el uso de medios de transporte público o no dependientes de combustibles fósiles. Los diseñadores urbanos, poco a poco, ponen su mirada sobre los lugares transitables, sus características, cantidad y beneficios y han acuñado la expresión walkability con la que valoran lo caminable que es cada núcleo urbano. Ejemplo de ello, el uso creciente de la bicicleta en núcleos urbanos, como el reciente proyecto Pikala Bikes en el corazón de la ciudad de Marrakech; Las peatonalizaciones de zonas centrales de grandes urbes; Ambiciosas apuestas medioambientales como la de Hamburgo, la segunda ciudad más poblada de Alemania, que ha anunciado su decisión de suprimir el tránsito a los coches en un plazo de 20 años. O la que realizara para la remodelación de la ciudad de Alicante la arquitecta Irina del Olmo Leung (Universidad de Alicante).
  • El uso de energías renovables es otro eje prioritario para muchas ciudades con iniciativas innovadoras. En Holanda, por ejemplo, se prepara ReGen Villages, la primera ciudad que será capaz de crear energía limpia y autoabastecerse para compensar el cambio climático. O las "calles permaculturales" que propone Geoff Lawton, permacultor angloaustraliano, que serían aquellas concebidas con un sistema de redirección de las aguas hacia zonas verdes, con árboles frutales o plantas comestibles. Con lugares para el compostaje y para que los ciudadanos puedan depositar los residuos, reciclar o reusar. Con espacios de conexión entre los diversos jardines y huertas urbanas. O las calles destinadas a recolectar energía eólica, donde por su orientación se produzcan túneles de viento, o a recoger energía solar. Y nuevas calles diseñadas priorizando las necesidades del medioambiente y de las personas.
  • En cuanto a la gestión de residuos, las iniciativas urbanas actuales se centran en el reciclaje y reutilización. En el marco de lo que la permacultura considera el cierre de ciclos donde, tal y como sucede en la naturaleza, no hay deshechos. La ciudad de París, por ejemplo, en 2015 anunció la puesta en marcha de una nueva economía circular con el objetivo de proteger promover el desarrollo de actuaciones ecológicas en la ciudad y comenzar a cambiar la imagen de las ciudad como ente devorador de recursos. Para ello, propone favorecer la ecoconcepción (productos cuyo ciclo de vida tenga el menor impacto medioambiental), la ecología industrial (que los residuos de una empresa sean fuente de otras) y la economía de la funcionalidad (priorizar el servicio prestado de un bien a su posesión). Además, mediante una nueva ley, pretende crear 100 hectáreas de jardines usando los muros, fachadas y azoteas por toda la ciudad para el año 2020. Y permite que toda la población pueda ejercer la jardinería, con una serie de condiciones: se deberán utilizar métodos sostenibles, evitando el uso de pesticidas tóxicos y promoviendo la biodiversidad en la ciudad.

En palabras de sus creadores, "la permacultura trata de cómo diseñar asentamientos sostenibles. Es una filosofía y una manera de usar la tierra que combina microclimas, plantas anuales y perennes, animales, suelos, uso del agua y necesidades humanas, para crear comunidades productivas y cohesionadas". Y Toby Hemenway (autor de The Permaculture City) nos recuerda que, aunque se toma como punto de partida la agricultura, su aplicación debe ser a mayor escala.

Y en la arquitectura y el diseño urbano, la permacultura puede participar en perfecta simbiosis para aportar respuestas a las necesidades de agua, alimentos, vivienda, energía, o comunidad en los núcleos urbanos de manera resiliente, sostenible, y con la satisfacción de las necesidades humanas básicas como prioridad. Porque, en palabras de Hemenway, “no solo se riegan las plantas, sino también las personas, los vecindarios, y las culturas”.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_