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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Maremoto Macron

El triunfo del presidente francés en las legislativas confirma el hundimiento de los socialistas

Emmanuel Macron y su esposa Brigitte Trogneux en un colegio electoral este domingo.
Emmanuel Macron y su esposa Brigitte Trogneux en un colegio electoral este domingo.EFE

El triunfo de Emmanuel Macron en las pasadas presidenciales podía achacarse a una confluencia de circunstancias; entre ellas, la debilidad de sus rivales. La inapelable victoria de La República en Marcha (LRM) en la primera vuelta de las legislativas de este domingo demuestra, sin embargo, que Macron no es un presidente accidental, sino el líder de la nueva corriente política que desean los franceses. El experimento Macron es hoy el experimento de todo el país; una ola europeísta con elevado apoyo social, el reverso de la moneda de las elecciones británicas del jueves, que auguran inestabilidad y ruptura.

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A la espera del resultado en la segunda vuelta, el jefe del Estado francés va a contar con una cómoda mayoría parlamentaria con la que introducir las reformas que propone; una circunstancia que se vislumbraba difícil dada la novedad de su movimiento político. Solo el alto nivel de abstención ensombrece una victoria que puede ser, por tanto, volátil si no responde durante la legislatura a las expectativas generadas.

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Los resultados de este domingo confirman que el maremoto ha aniquilado al Partido Socialista, cuyos votos han huido hacia el centro encarnado por Macron. La derecha (Los Republicanos, antes UMP), espina dorsal de la V República, ha salvado los muebles gracias a su mano tendida a Macron mientras reivindicaba su independencia como partido.

El maremoto ha arruinado también las expectativas de la ultraderecha y de la izquierda alternativa de Jean-Luc Mélenchon, si bien —bajo una perspectiva más amplia— el Frente Nacional ha logrado un evidente avance tanto en las presidenciales como en las legislativas. Tanto Marine Le Pen como Mélenchon han pagado el precio de una mala campaña electoral tras las presidenciales. A Le Pen le ha perdido su inconsistencia y al izquierdista, su erróneo tacticismo de ni siquiera pedir el voto para Macron y así frenar al FN. Ello le devuelve a la irrelevancia.

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