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Tentaciones
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¿Electrónica valenciana para toda la familia? ‘theBasement’ lo han conseguido

Se acabó el estigma del ‘bakalao’. Unos adictos al house celebran fiestas diurnas y en espacios naturales, con participación activa de menores, sin vallas publicitarias y en localizaciones secretas

Valencia y música electrónica. Dígalo en voz alta. ¿Qué imágenes acuden a su cabeza? Dependerá de su geolocalización, pero es muy probable que ya esté pensando en la Ruta. ¿Está pensando en los ritmos del punk, en los nuevos románticos o en el prototechno y el EBM? ¿Está pensando en mescalinas o en éxtasis? ¿Está pensando en los 80 o en los 90? ¿Está pensando en Fran Lenaers, en José Conca o en Nacho Marco? La sombra del Bacalao es larga y pesada. Tanto que ni siquiera su etiqueta responde a nada de lo sucedido durante aquellas dos décadas musical y socialmente tan distintas entre sí. La explosión del fenómeno, el oscuro objeto de deseo durante años para el nuevo periodismo de sucesos en España, patrocinó un panorama de tierra quemada en todo lo que tuviera que ver con esas dos ideas: Valencia y música electrónica. Avancemos su historia hasta la actualidad.

Los ecos de LeClub y las fiestas UHF, el sustrato de los 2000 que sobrevivió bajo el terreno calcinado, son los ingredientes de inspiración para el colectivo theBasement. Sin embargo, esta es otra época, esta Valencia -y quien la habita- muy distinta y la música en el mundo también es otra. Esta familia de adictos al house está reactivando el idilio de la ciudad con la electrónica a partir de este género y de una estrategia atípica: eventos diurnos y en espacios naturales (desde un pequeño pueblo en la montaña hasta parques o la marina de la ciudad), festivales con participación activa de menores, fiestas con deportes al aire libre, sin vallas publicitarias, en localizaciones a veces secretas y otras veces ocupando el espacio público y, en todos los casos, con el house como primer y último protagonista.

La crew empezó a impulsar sus propios eventos a finales de 2012: “entonces apenas sonaba house en Valencia. Había mucho electro, mucho dubstep y mucho guarreo. No había ni siquiera una escena mínima y nosotros, que estábamos locos por pinchar, montamos unas primeras fiestas”. Así lo recuerda Carlos Alandi, que cuenta a Tentaciones como las noches rolaron a tardes y la música fue ocupando espacios impropios (hasta coworkings) hasta su primer Día de Campo: el evento clandestino reunió a unas trescientas personas y plantó la semilla. “Por supuesto, empezamos haciendo las cosas al margen de la legalidad. Ahora ya estamos en otra etapa, constituidos como empresa, liándola más grande, con seguros… bueno, y también seguimos participando del underground de una u otra forma”.

"Si luego quieres cometer excesos, tendrás tu momento y será cosa tuya”

House para todos los públicos

Los 10 miembros del equipo de conforma theBasement ocupan distintos roles dentro de lo que ahora ya es una compañía. Todos han sido clubbers y, entre ellos, un veterano del asunto: Luis Donat, ligado a las industrias nocturnas desde hace 20 años (The Face, LeClub, etcétera). Es el primero en poner en valor la principal singularidad del colectivo: “somos intergeneracionales. Es cierto que entre nuestro público hay gente de la vieja escuela, hay veinteañeros y además provocamos que los eventos tengan interés para toda la familia. Abrir la electrónica a todas las edades también hace posible que hayamos ido alcanzando cimas cada vez más altas”.

Su última edición de Días de Campo se celebró el pasado mes de mayo en la bucólica y pequeña localidad de Montanejos, en la provincia de Castellón. Entre lagos y montañas, clase de yoga y masajes matutinos daban paso a conciertos de bandas de reggae, rock y pop. Mientras se sucedían talleres de graffiti para nanos y de agricultura ecológica para el resto de la familia, sonaban las primeras pinchadas que fluían hasta la noche. Y así durante tres días. En total y según sus organizadores, 1.500 personas en cada una de esas jornadas en torno al house, incluidos los vecinos del pueblo en un evento que ocupó durante sus plazas y espacios emblemáticos.

De nuevo: ocupación del espacio público, diurnidad como ideología y público intergeneracional. Una cifra de público “tope” para un entorno como el descrito: “no es un cliché, pero lo último que pretendemos es ofrecer macroeventos de música electrónica”. Así se repetirá en Días de la Marina, en el que la ciudad de Valencia será la protagonista de un evento en el que en este caso la gastronomía y el surf tendrán coprotagonismo junto a la electrónica. DJ’s internacionales como Rahaan o Jamie 3:26 -ambos nacidos y llegados de la cuna del género: Chicago- encabezarán ese cartel plagado de actividades culturales y deportivas. 

Festivales con participación activa de menores, fiestas con deportes al aire libre, sin vallas publicitaria y en localizaciones a veces secretas

-¿A qué se debe esta estrategia? -Carlos Alandi: “Tiene que ver con la desestigmatización de la música electrónica y precisamente en Valencia. Durante dos décadas se ha ligado directamente a malos hábitos y excesos. Desde luego que no es solo eso y que eso depende de decisiones personales. Nosotros escuchamos esa misma música comiendo, relajándonos, hablando con los amigos, bailando. Si luego quieres cometer excesos, tendrás tu momento y será cosa tuya”.

-¿Y también para poder ocupar espacio público? -Luis Donat: “También tiene que ver con la opinión pública. No te reciben de la misma manera si ofreces un abanico de actividades y posibilidades que ofrezca experiencias a más personas. Eso sí, el leitmotiv es la música. Eso es innegociable y es lo que la gente espera de nosotros. La gente de 20 años, la gente con hijos y nosotros mismos”. 

Los 10 perfiles insertos en la empresa se dividen en organización de eventos, comunicación, apoyos de producción y relacionados con la actividad musical. “Si insistimos tanto en el concepto de familia cuando nos comunicamos es porque siempre trabajamos con los mismos proveedores, con los mismos camareros, con los mismos food trucks. Necesitamos que la gente se sienta partícipe y confíe en lo que sucede y en lo que hacemos”, apunta Alandi.

Esa nueva cultura de club, a cielo abierto (¡y qué cielo!), empezó a consolidarse desde aquel primer Día de Campo en mayo de 2014. Sus Días de… (de Campo, de Parque, de la Marina) se han convertido en una marca de referencia en Valencia, pero ya planean el salto a otras ciudades próximas al Mediterráneo. Por el momento, ya acaparan buena parte de la atención en los meses de mayo, julio y septiembre, además de sus conocidas fiestas en Nochevieja y Halloween y su actividad más alternativa -y todavía underground- a lo largo del año.

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