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La vida después de dejar a una exitosa banda de rock

Nick McCarthy dejó a Franz Ferdinand para visitar hoteles "donde se pueden abrir las ventanas". Y ha montado un grupo con su mujer

El músico Nick McCarthy pasa inadvertido en la estación de metro de Callao, en Madrid.
El músico Nick McCarthy pasa inadvertido en la estación de metro de Callao, en Madrid.Ximena y Sergio

“Ahora voy a hoteles en los que se pueden abrir las ventanas”. Con este detalle tonto Nick McCarthy trata de explicar lo que más le cargaba de su día a día tras 12 años como guitarrista de Franz Ferdinand: “Los aviones, los autobuses de gira… Me pasaba el día en sitios con aire acondicionado. Siempre en espacios cerrados. Era todo muy artificial. Esto es refrescante”.

Se le ve contento, sí. Es lunes por la mañana, acaba de llegar a Madrid desde Gijón, donde tocó en un festival con Manuela, el dúo que componen él y su mujer, la artista Manuela Gernedel. Su amor desde hace casi 20 años. “Ella odia que diga esto, pero la conocí porque vino al concierto de uno de mis primeros grupos. Era de mi pueblo, Rosenheim, pero había pasado tres años viviendo en Reino Unido, así que no intimamos hasta que volvió. Casi mejor, antes habría sido ilegal”. Se llevan ocho años. Nick nació en 1974, ella en 1982 y se casaron en 2005. “Es guay hacer esto juntos, aunque tenemos que ver cómo nos organizamos con los niños si nos vamos de gira”.

"Siempre he pensado que un grupo dura cinco años y yo llevaba con ellos el triple de ese tiempo"

Ella ha vuelto a Hackney, la zona de Londres donde viven y desde la que manejan este proyecto pequeño, muy diferente a las faraónicas giras del cuarteto escocés que abandonó, de forma amistosa (y reconoce que provisional), en julio de 2016. “Dejarles fue complicado, pero las bandas envejecen si se alargan demasiado y sentía que nos estaba pasando eso. Siempre he pensado que un grupo dura cinco años y yo llevaba con ellos el triple de ese tiempo. Siempre saliendo con los mismos tíos, haciendo lo mismo. Durante un tiempo fue muy divertido, pero ya no tanto. Yo soy más de proyectos colectivos en los que la gente entra y sale que de bandas cerradas. Hay muchos músicos maravillosos ahí afuera. Además, he montado un estudio en Londres. Justo cuando terminé me llamaron para preparar el nuevo disco. Tenía que subir a Glasgow, y yo tengo dos hijos…”.

Tampoco hay que olvidar que llegó a Franz Ferdinand por casualidad. Y entonces, alrededor de 2002, no parecía que aquel grupo liderado por un treintañero, Alex Kapranos, llegaría a ser mundialmente famoso y uno de los líderes del renacer del pop británico del nuevo milenio. Su triunfo empezó en 2004, cuando decenas de bandas de las islas se lanzaron a la caza de la canción de pop perfecta: habían abierto la puerta The Libertines y entraron, por citar algunos, Arctic Monkeys, Mystery Jets, Futureheads, Maxïmo Park, Kaiser Chiefs o Bloc Party. Se buscaba el hit inmediato y las referencias eran la new wave y el postpunk de los ochenta.

“Es guay hacer esto con mi pareja, aunque tenemos que ver cómo nos organizamos con los niños para la gira”

Entre los más espabilados estaban Franz Ferdinand, un grupo formado por veteranos de la escena escocesa más un alien nacido en Blackpool, Inglaterra, pero criado en Baviera, en plena Alemania idílica, Nick McCarthy: “Mi infancia fue genial. Crecí en una zona llena de bosques construyendo cabañas en los árboles y bañándome en los lagos. Pero como adolescente fue horrible. Era tan aburrido. Yo estudiaba música clásica y quería volver a Reino Unido. Cuando acabé fuimos a Glasgow sin ningún motivo en particular. Fue cosa de Manuela: le habían ofrecido una plaza para estudiar pintura en la escuela de artes y nos sonó bien. Un día estaba poniendo mi dedo en un mapa y tres meses después era parte de un grupo que firmaba un contrato para editar su primer disco. Una decisión absurda que cambió mi vida”, resume del tirón.

La historia cuenta que conoció a Alex Kapranos en una fiesta. Nick intentó robarle la copa y él le pilló. En el más puro estilo escocés pasaron de estar a punto de llegar a los puños a hacerse amigos íntimos. “La gente en Glasgow es maja, pero dura y yo venía de esta burbuja donde si alguien pisa un jardín sin permiso acuden todas las fuerzas policiales de la zona. Allí yo era el malo, en Glasgow era un pringado”. ¿Y qué sabe de sus antiguos compañeros? “Que han contratado dos personas para hacer mis partes en directo. Mola saber que vales por dos”.

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