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Aunque haya 13 razones para el suicidio, nunca es la salida

El entorno del niño desempeña un papel crucial en el éxito de la lucha contra esta lacra

'Por trece razones'
'Por trece razones'

Cerca de 800.000 personas se suicidan cada año. El suicidio es la segunda causa de defunción entre los 15 y los 29 años. Con datos así de claros y alarmantes la Organización Mundial de la Salud (OMS) quiere llamar la atención sobre una realidad que, no por silenciada, es menos dura. Además, el éxito de la serie televisiva Por trece razones, basada en la novela del mismo nombre escrita por Jay Asher y que hace furor entre los adolescentes, pone el dedo en la llaga. En ella, se retrata el suicidio de una adolescente de 15 años, Hanna Baker, que vive una vida aparentemente perfecta en un prototípico suburbio americano.

Este drama adolescente se ha convertido en la serie más tuiteada de 2017 hasta la fecha y su éxito radica en las 13 razones que llevan a la protagonista al vacío. Ella las deja grabadas en un casete, que hace llegar a un amigo tras su muerte. En la serie no hay nada que hacer, no hay posibilidad de evitar el suicidio ni de interactuar con la adolescente, solo se puede escuchar y reflexionar, pero en la realidad hay muchos pasos que se pueden tomar para evitar el desenlace fatal de esta adolescente.

Reflexión, concienciación y prevención es precisamente lo que se reclama desde numerosas instituciones implicadas en salud mental y psicológica. Y es que la mortalidad por suicidio es superior a la mortalidad total causada por la guerra y por los homicidios y, en muchos países, Estados Unidos entre ellos, es la segunda causa de mortalidad entre los niños y jóvenes en edad escolar. Por ello, y ante el hecho de que la mayoría de los países no ha establecido una estrategia nacional para la prevención del suicidio, la OMS puso en su Plan de Acción de Salud mental para los años 2013-2020 el objetivo de reducir un 10% los índices de suicidio

Para conseguirlo, asegura, la clave es adoptar un enfoque integral que comprometa a las administraciones públicas, a los medios de comunicación y a la sociedad civil. Con medidas preventivas eficaces, los suicidios pueden evitarse.

En primer lugar, hay que restringir el acceso a los medios utilizados. Se sabe que la ingesta de plaguicidas, el ahorcamiento y las armas de fuego son los procedimientos más habituales en el mundo para quitarse la vida y que muchos suicidios se cometen impulsivamente, con lo que una regulación que limite el acceso a tales productos químicos y a las armas podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte de una persona.

Segundo, los servicios de salud tienen que incorporar igualmente la prevención del suicidio como un componente central. Una identificación temprana de la depresión y un tratamiento eficaz son fundamentales. Y, asimismo, las comunidades desempeñan una función crucial en la prevención del suicido prestando apoyo a individuos vulnerables, ocupándose del seguimiento, luchando contra la estigmatización y apoyando a quienes han perdido a seres queridos por esta causa.

Sin embargo, la articulación de estas acciones requiere procedimientos largos y burocráticos que se ven superados por la moderna sociedad digital en donde los trending topics, los tuiters, snapchats, y likes de Facebook pueden formar patrones de conducta en tiempos récord.

Por ejemplo, la gran cantidad de noticias relacionadas con el supuesto juego de retos de la Ballena Azul, un siniestro desafío que ha llevado a la policía de varios países de América Latina a investigar sobre su posible relación con varios suicidios de jóvenes. El nombre del juego hace referencia a los varamientos colectivos de algunas ballenas que encuentran la muerte en la orilla,  y se viralizó a raíz de un reportaje publicado en Rusia, que lo relacionaba con varios suicidios. El supuesto juego parece incitar a niños y adolescentes a realizar 50 desafíos, uno por día, con pruebas que les retan a despertarse de madrugada, a ver vídeos de terror, cortarse el brazo con una navaja, acercarse al borde de un precipicio o, como reto final, suicidarse saltando desde un balcón. A pesar de la poca información veraz que existe sobre el juego, el simple eco en la redes consigue que, aunque sea ficción, muchos menores lo puedan tomar como real.

La Asociación Nacional de Psicólogos Escolares más importante de Estados Unidos ha publicado recientemente unas consideraciones que hacen referencia explícita a los riesgos que plantea la serie de ficción Por 13 razones y da consejos a educadores, padres y adolescentes sobre cómo enfrentarse al tema y ayudar a prevenir el suicidio juvenil e infantil, a la vez que alerta sobre señales que pueden ser indicativas de la necesidad de intervenir.

Amigos, padres, profesores, consejeros, profesionales sanitarios, gestores políticos… todos desempeñan un papel crucial en el éxito de la lucha contra el suicidio infantil y juvenil, para que, por muchas razones que haya, quitarse la vida no sea nunca la salida.

Ferdinando Regalia es el Jefe de la División de Salud y Protección Social del Banco Interamericano de Desarrollo

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