_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Más sangre

Según cálculos tomados al aire, la cantidad oscila alrededor de 50.000 toros corridos o sacrificados públicamente en plazas y en festejos populares

Manuel Vicent
Corrida de toros en La Maestranza, Sevilla
Corrida de toros en La Maestranza, Sevilla© GETTY IMAGES

Habría que saber el número exacto de reses bravas que se sacrifican en España cada año ante el general jolgorio lleno de gritos, aplausos, denuestos, vítores y regüeldos de los aficionados a la fiesta nacional. Según cálculos tomados al aire, la cantidad oscila alrededor de 50.000 toros corridos o sacrificados públicamente en plazas y en festejos populares. Si por cada res muerta, que se llevan las mulillas al desolladero, se añade una media de tres puyazos, tres pares de banderillas, tres estocadas, cuatro pinchazos en hueso y otros tantos descabellos, acompañados de los vómitos correspondientes producto de degüello, la suma alcanza más de un millón de cuchilladas. El inconsciente colectivo de este país está sumergido en la charca de sangre que se deriva de esta gran carnicería festiva, y que a su vez convierte su violencia orquestada con las consabidas charangas en una costumbre cotidiana. La corrida ha perdido toda su estética. Bien en los cosos taurinos, cada año más deshabitados, bien en su versión pueblerina en plazas de carros, con encierros, toros de fuego o ensogados, donde los morlacos destripan cada verano a no menos de una docena de borrachos, a esta fiesta nacional ya no hay poeta, crítico o aficionado que la salve, ni siquiera invocando al buey Apis. Desde hace más de 30 años, por primavera, cuando empieza la feria de San Isidro, sin faltar nunca a la cita, he escrito un artículo antitaurino en este mismo periódico. Por primera y única vez voy a permitirme el impudor de escribir sobre mi trabajo. Con El Roto, quien aporta una serie de dibujos con los que denuncia magistralmente esta matanza ritual, juntos hemos publicado una nueva Antitauromaquia,a modo de alegato contra la fiesta nacional. Ciertamente, no esperamos nada con este libro, salvo librarnos de este charco de sangre.

 

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_