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No, lo de la chica del tranvía de Murcia no es romántico

La carta de un chico para encontrar a una chica que vio en un tranvía puede ser incómoda e inquietante

El cartel pegado en Murcia dirigido a la chica del tranvía.
El cartel pegado en Murcia dirigido a la chica del tranvía.Instagram
Isabel Valdés

Si te encuentras un cartel pegado a una farola de tu ciudad en el que un chico busca a una desconocida que días antes vio en un tranvía, ¿qué piensas? Probablemente lo primero sea caer en el romanticismo de la gesta, hacerle una foto y subirla a Instagram con algún hashtag como #elúltimoromántico, #love, #príncipebuscacenicienta, o alguna mamarrachada parecida.

Ahora imagina que eres esa chica, encuentras ese cartel, y lees esa carta:

Querida chica del tranvía

La noche del bando, sobre las 22.20 p.m., subiste al último vagón del tranvía en la parada de la Plaza Circular. Si mal no recuerdo ibas acompañada por unas chicas que parecían ser tus amigas (una de ellas pelirroja con el pelo ondulado). Ellas se bajaron en la parada de la Senda de Granda y tú ocupaste sus sitios.

Me sorprendí a mí mismo en el momento en que me di cuenta de que no podía apartar mis ojos de ti. Tendrás sobre unos 20 años, pelo oscuro y corto. Vestías una camiseta blanca, la cual combinaba muy bien con tus leggins de color negro. Medirás 1,65 cm aproximadamente.

Pude observar que no tuviste un buen fin de fiesta. Pero aún así estabas preciosa. Dicen que cada momento de búsqueda es un momento de encuentro…

Me gustaría haber reunido el valor de sacarte del infierno que estabas pasando y alegrarte la noche. Ojalá te hubiera tendido mi mano. Sólo quería sacarte una sonrisa y llevarte a cenar. Te estoy buscando desde el momento en que te vi. Con la esperanza de encontrarte como una aguja en un pajar. Si lees esto y quieres conocerme aquí te dejo el número de teléfono.

Tal vez ahí empiece a ser menos romántico, un poco incómodo y tenga algo de inquietante.

'Yo soy la chica del tranvía'

Esta es la respuesta que circula por redes sociales al cartel de Sergio Moreno. Una historia a la que se ha subido que la marca de cervezas Estrella Levante, que publicó un tuit en el que aseguraba que si la chica aparecía, les regalaban una cena.

"Ojalá aquella noche del bando, sobre las 22:20 p.m. no me hubiera subido al último vagón del tranvía en la parada de la Plaza Circular. Me acompañaban mis amigas y sólo quería llegar a casa para dormir después de las fiestas, así que, cuando se bajaron, me senté en los sitios que me dejaron. Estaba agotada. Sin embargo, no hay descanso para las mujeres, ni siquiera en el transporte público.

No me sorprendía que un extraño me mirara más de lo normal. No es la primera vez, pero nunca te acostumbras. Prestas atención a tu alrededor, valoras el riesgo de la situación, esperas que no se te acerque y cuando llegas a casa escribes a tus amigas para que sepan que estás bien. Que no te ha pasado nada. Que has sobrevivido.

Esta noche fue una más. Por suerte no iba contigo sola en el vagón. De ser así me habría bajado inmediatamente; reglas de supervivencia para mujeres. No dejabas de mirarme, y eso asusta. Así que cuando te miraba, te desafiaba. Quería que vieras mi hostilidad. Que no se te ocurriera acercarte.

Sentí alivio cuando vi que ibas a bajarte. Pero no te detendrías ahí. No. Tuviste que insistir. Así que desvié la mirada mientras me hacías gestos, ¡para que me bajara contigo! ¿Estás loco? Te ignoré. Te rechacé. ¿Qué esperabas?

Pero no te rindes. No lo entiendes ¿no? Ahora toda Murcia está empapelada con tu declaración "de amor", reclamándome para ti. Pero no es más que una declaración. De acoso. No te has parado a pensar ni un segundo en mí. ¿Cómo crees que me hace sentir leer tu entrevista en los periódicos? ¿Crees que un desconocido, que no me conoce, puede saber cómo hacerme feliz? ¿Qué clase de amor enfermo es este?

Si de verdad quieres sacarme una sonrisa, deja de buscarme. Déjame. No insistas más."

Esta historia ocurrió el pasado 18 de abril en Murcia, en la noche del Bando de la Huerta, y, como pasa últimamente, se ha vuelto viral. Sergio Moreno (Blanca, Murcia, 1994) iba en el tranvía cuando unas cuantas chicas se subieron, en ese momento él sufrió lo que el siglo XX acuñó como flechazo. Ahí es cuando entra el romanticismo, ese concepto tan deformado que de vez en cuando se disfraza de hazaña y confunde amor con invasión: en ocasiones del espacio físico, en otras del espacio mental. Y la palabra que más se aproxima es acoso.

Para quien crea que esto es exagerado que intente imaginar ser mujer, tener unos 20 años, ir sola en un tren en una ciudad que acaba de celebrar su día grande, y tener enfrente a un hombre que te mira de forma insistente. Es molesto, desagradable, irritante y violento. Obviamente, habrá a quien no le perturbe, habrá a quien le aterrorice, habrá a quien le funcione si el flechazo es recíproco... Pero la cuestión de fondo es otra, es el convencimiento de los hombres de tener un conocimiento omnipresente de la mente femenina, como quien se erige narrador de la vida de los demás, y el derecho, autoconcedido, de actuar en consecuencia.

"Me gustaría haber reunido el valor de sacarte del infierno que estabas pasando y alegrarte la noche". Me pregunto por qué cree saber Sergio lo que estaba pensando aquella chica, por qué está seguro de que él podría haberla sacado de ese infierno que él mismo se había inventado, si ha pensado que quizás ella no necesitaba ni quería ser salvada por él, que a lo mejor no hubiese dicho que sí si él la hubiese invitado a cenar...

Probablemente a ese chico de 23 años aquello le pareció una declaración de amor genial, y creyó que nada de lo que estaba haciendo tiene que ver con el machismo, ese tan instalado en la rutina que puede llegar a pasar desapercibido. Véase esa capacidad masculina de exigir atención en cualquier contexto y creer que debe ser atendida; a saber lo que necesita, piensa y siente una mujer sin preguntar; a suponerse sobrado de cualidades para que la contraparte diga que sí a cualquier cosa. Esas actitudes viven latente en cualquier parte, cada día, y las hemos asimilado como normales.

Lo que parece entonces un despropósito es hacerle frente, por aquello de que romper el orden trae muchos inconvenientes. Sí, es cierto que Sergio solo escribió una carta y la pegó en unas cuantas farolas de Murcia. Pero también es cierto que desde que lo hizo su móvil ha sonado cientos de veces, muchas de ellas para recriminarle su actitud —una respuesta social que también se ha hecho viral—, según él mismo ha contado a un diario regional de Murcia.

El cine, la música y la publicidad han contribuido durante décadas al atontamiento cerebral de niños y adolescentes con mentiras sobre ese monstruo aparentemente inofensivo que es el amor romántico; a lo mejor el mundo ha empezado a despertar y las redes sociales pueden servir ahora para deshacer ese sinsentido que, a veces, crece, y se expande, hasta que lo ensucia todo a su paso.

Tras la publicación de este artículo, EL PAÍS pudo contactar con Sergio Moreno, que respondió a las preguntas que aparecen en el despiece al final del texto.

Así contesta Sergio Moreno

Pregunta. ¿En algún momento pensaste que esto se podía tomar como acoso?

Respuesta. Nunca creí que esto pudiera llegar a tomarse como un acoso. Primero, porque si fuese acoso sabría todo sobre ella y la seguiría hasta su casa, algo que en ningún momento he hecho. Para ser más exacto, solo puse cuatro carteles en Murcia, en el que pongo que si ella desea conocerme le dejaba mi número, en vez de como indican otros medios que dicen que empapelé toda la ciudad o puse decenas de carteles. Recalco, solo puse cuatro, aparte de que los medios que utilizaron dicha palabra son aquellos que ni se molestaron en contactarme para conocer la historia y montaron la polémica solo para vender más.

P. ¿Creíste que era algo "romántico"?

R. En un principio pensé que sería romántico, ya que no ha sido la primera historia en el mundo en la que ocurre esto, pero en este caso ha sido un chico el que buscaba en vez de la chica, por ello creo que me juzgaron así. En ningún momento he querido hacer ningún daño.

P. ¿Eras consciente de que hay mensajes subliminales en tu carta relacionados con el machismo, aunque sea de forma inconsciente?

R. Tras leer varias veces el cartel que puse, sé que hay partes que se pueden llegar a malinterpretar, algunas personas creen que lo hice mal, y la verdad es que en ningún momento quería que se malinterpretara todo esto, solo quería alegrarle el final del día haciéndola sonreír. Soy un chico que lo ha pasado muy duro y después de varias etapas de mi vida me propuse intentar alegrar al resto de personas.

Si alguien se ha sentido ofendido o le he podido hacer daño, quiero pedirles disculpas, ya que en ningún momento quería que llegara a todo esto. Por tanto doy por concluido el tema, por mi parte todo ha acabado, el número ya no existe y creo que primero hay que informarse y contar la verdad. Lo digo por todos aquellos medios que juzgaron sin tener información y lo exageraron todo para conseguir hacer más llamativa la noticia.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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