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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lluis Llach, Atahualpa Yupanqui y el pensamiento de Mariano Rajoy

No esperas del autor de tantas letras gloriosas, sencillas y tiernas, un dicterio así, una amenaza

Juan Cruz
Lluis Llach, en el Parlamento de Cataluña.
Lluis Llach, en el Parlamento de Cataluña.Massimiliano Minocri

Lluis Llach habla bajito, como los convencidos. Susurra sus convicciones, como si cantara al oído sus antiguas, y bellísimas, canciones. Cuando baja a la tierra, es decir, a su tierra, eleva el tono, o por lo menos lo pone a la altura de los titulares. Se van a enterar los que desobedezcan. No esperas del autor de tantas letras gloriosas, sencillas y tiernas, un dicterio así, una amenaza. Los poetas cantantes suelen ser metafóricos y sutiles, como pompas de jabón. Pero Llach rompió a hablar y tembló el misterio, su misterio. Lo puso al descubierto. Un spoiler, como Santi Vila.

Más distante, en el espacio, habló otro personaje que no se caracteriza por los periodos largos: Mariano Rajoy, el presidente del Gobierno, se atasca en las frases, las dice a la mitad o termina susurrándolas, en medio de un gallo; Dios no lo llamó por los caminos de la ópera, porque es incapaz de sostener un do. Pero ahí está, de presidente del Gobierno, tan lejos de la ópera como de Ortega y Gasset, viajando ahora, además, a tierras entrañables pero extrañas donde no deben estar acostumbrados a identificar su pensamiento político con lo que ocurre en la realidad. Es, como pensador político, alguien por estrenar. Por decirlo en términos académicos, no ha hecho aún el ingreso en esa asignatura: hasta el momento, por lo que se ve, ha estado estudiando la organización de los partidos. Y en este apartado ha sacado, de momento, un sobresaliente en Triquiñuela y un suspenso en Transparencia.

Ahora ha añadido a la Antología Breve de Mi Pensamiento Político, obra verdaderamente inédita, esa frase magnífica que parece resumir la Ley del Talión por otros medios. La dijo: "Aquí quien la hace la paga". En las series inglesas y norteamericanas (España ha seguido esa mala costumbre) se pone risa enlatada cada vez que alguien dice algo que los realizadores consideran que tiene que hacer gracia. Creo que no ha hecho gracia: ha dado que pensar. Y no porque sea un pensamiento, la verdad.

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En realidad, Rajoy ha querido seguir la Unidad de Pensamiento de Atahualpa Yupanqui, ilustre antecesor argentino de Lluis Llach, entre otros. El maestro Yupanqui, que vivió en España los años de su relativo oscurecimiento, iba al cine, caminaba por las calles, rasgueaba su guitarra triste y se juntaba en el Café Gijón con sus devotos. La anécdota la cuenta Manuel Vicent, de modo que debe ser verdad, porque ocurrió en su vecindario. Aquellos devotos se pasaban el día y la noche esperando que el maestro dijera algo, cualquier cosa, una jaculatoria, algo que pudiera ser tan hermoso o definitivo como Los ejes de mi carreta. Hasta que alguno de aquellos fans de Atahualpa contó un suceso que a él le abrió los ojos. Así que Atahualpa hizo ademán de hablar. Y ante la expectación general dijo esto exactamente:

—Eso demuestra que aquí quien la hace la paga.

Es curioso rastrear, pues, en la Antología Entre Silencios de Atahualpa Yupanqui la voluntariosa decisión del presidente del Gobierno de adornarse con acertijos similares. Los tópicos sirven, en la conversación, para no ir más allá. Por eso Rajoy los dice para no ir más allá. Cuando apruebe Pensamiento nos tendrá al tanto de que hay más allá de lo que le copió a Atahualpa. Pues en este país quien la hace él mismo dice que la paga. Y a ver cómo le pone música Lluis Llach a todas estas espinas que reclaman obediencia o castigo.

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