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La literatura matemática de Oulipo

Las fórmulas matemáticas fueron clave en la corriente del taller parisino de literatura

Miembros de OuLiPo, fotografiados en septiembre de 1975 en Boulogne (Francia)
Miembros de OuLiPo, fotografiados en septiembre de 1975 en Boulogne (Francia)

El célebre escritor Georges Perec (1936-1982) es uno de los escritores de Oulipo con los que mejor se puede definir el grupo. Junto a él, los oulipianos, miembros del taller parisino de literatura potencial (Ouvroir de Littérature Potentielle), se sirven de restricciones (contraintes), muchas veces matemáticas, para construir su literatura y, así, hacer frente al papel en blanco. Por ejemplo, la primera frase de este texto sigue una de sus técnicas, el lipograma, es decir, prescinde de alguna letra, en este caso, de la ‘a’. En su libro La disparition, Perec suprime la letra ‘e’ (en su traducción al español, El secuestro prescindía de la ‘a’). Paradójicamente, esta limitación formal conduce a una mayor libertad en la escritura, según el grupo. “El clásico que escribe una tragedia observando cierto número de reglas que él conoce es más libre que el poeta que escribe lo que le pasa por la cabeza y que es esclavo de otras reglas que ignora”, escribió Raymond Queneau, fundador de Oulipo en 1960 junto al matemático y químico François Le Lionnais.

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Las matemáticas son clave dentro de esta corriente literaria. La combinatoria aparece en Cent mille milliards de poèmes (1961), de Queneau, en la que cada lector ha de construir su propio poema siguiendo una serie de alternativas a partir de diez sonetos (en total hay 1014 maneras). Precisamente, esta composición poética clásica compuesta por dos cuartetos y dos tercetos sigue unas estrictas reglas formales. A partir de esta idea creó Perec El Aumento (L’Augmentation, 1967), un drama combinatorio que durante febrero y marzo el ICMAT ha llevado a escena a diferentes espacios de Madrid, junto con la compañía teatral El Hijo Tonto. A partir de un sencillo planteamiento ‒un empleado va a pedirle un aumento de sueldo a su jefe‒, se recorren todas las posibles situaciones con las que este podría encontrarse hasta agotarlas. “Es una obra de teatro de un narrador, sin personajes, puro texto”, explica Pablo Moíño, traductor de la edición en español.

La estructura de la obra sigue un grafo orientado, o lo que es lo mismo, un conjunto de objetos llamados vértices y las relaciones entre ellos (aristas). Los vértices son las trabas que van apareciendo en el intento del empleado de conseguir un aumento (por ejemplo, encontrar al jefe en el despacho). De cada vértice salen dos aristas: las dos posibles maneras en las que se puede resolver la situación (que esté o que no esté). De esta manera, la trama de El Aumento repite una misma estructura lógica siguiendo un esquema binario. A este respecto, Jacques Roubaud llegó al extremo con su poema binario “La vie: sonnet”, compuesto solo por ceros y unos.

La combinatoria es también la idea fundamental tras la sextina y minisextina, una composición poética adaptada por los oulipianos formada por seis estrofas de seis versos más una de tres versos. La rima de estos (ABCDEF FAEBDC CFDABE ECBFAD DEACFB BDFECA ECA) es conocida como de identidad y supone en matemáticas una permutación (variación de la disposición de los elementos), en este caso, de orden seis.

En La vida instrucciones de uso (La vie mode d’emploi, 1978), Perec parte de un tablero de ajedrez de 10x10 con forma de edificio sin fachada. Matemáticamente es un cuadrado euleriano de orden 10, creado a partir del llamado cuadrado latino. Este está compuesto por números enteros (1, 2…, n) dispuestos en filas y columnas, de modo que en cada fila y en cada columna no se repite ningún número, pero sí n veces en la totalidad del cuadrado. Uno euleriano se obtiene al superponer dos latinos, dando lugar a un cuadrado de parejas de números, donde ninguna de estas se repite. Siguiendo esta disposición, se suceden diferentes relatos en la obra a través de los cuales el lector puede saltar, aunque respetando los movimientos permitidos a la figura del caballo. El autor añade otra constricción a la hora de escribir los capítulos: ha de incluir necesariamente 42 palabras previamente dispuestas.

Oulipo rechaza equipararse a ninguna vanguardia y no acepta definirse como un movimiento literario, una academia o un equipo de investigación científica, aunque sea todas esas cosas. Por él han pasado autores como Italo Calvino, aunque también ha sufrido el rechazo de otros como Julio Cortázar. Aún hoy continúa experimentando en ese cruce entre matemáticas y literatura con nombres como Michèle Audin, Paul Fournel, actual presidente, Jacques Jouet o el único español hasta ahora, Pablo Martín Sánchez. Cerca de 60 años después, el taller se muestra en plena forma, algo que pone de manifiesto un jueves de cada mes ante centenares de parisinos.

Laura Moreno Iraola es miembro del Instituto de Ciencias Matemáticas.

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