_
_
_
_
_

Si el hombre cobra por donar semen, ¿por qué la mujer no puede alquilar su vientre?

A nadie molesta que las clínicas gratifiquen a quienes ceden su esperma, pero la gestación subrogada levanta ampollas por su mercantilización. Cuestiones incómodas para posicionarse en el debate de una práctica que se extiende en España

La gestación subrogada, conocida también como vientre de alquiler, es una realidad en España, cuyas cifras delatan una situación llamativa. “Cada vez son más las personas que recurren a esta técnica de reproducción en países donde sí se puede llevar a cabo. De hecho, actualmente se estima que un millar de niños españoles nacen cada año por gestación subrogada en el extranjero”, afirma Joan Ortiz, abogado experto en gestación subrogada del bufete Global Life Law. Una realidad que, en su opinión, no debería obviarse por más tiempo, ya que “cada día, multitud de parejas con problemas de fertilidad, padres monoparentales y homosexuales acceden a la paternidad a través de esta práctica”. Este es uno de los argumentos, que no el único, que el jurista arguye en defensa de la legalización de la gestación por sustitución. Y es que Ortiz sostiene que “debería producirse un debate profundo y serio por parte de nuestros representantes políticos y plasmar en una norma una realidad social, la cual dotaría de plenas garantías jurídicas y médicas a todas las partes implicadas en el proceso”.

En este sentido, también Noelia Igareda, profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) e investigadora del grupo Antígona, mujeres y derecho en perspectiva de género, defiende que, aunque no siempre se debe legislar aquello que la sociedad desea, sí cree que “el derecho debe dar respuesta a las nuevas realidades y demandas sociales, ya que esta es la manera de garantizar una seguridad jurídica a todos los intervinientes (sobre todo, a los niños y niñas que nacen de esta forma)”. En cambio, para desmontar la tesis de los juristas, Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, hace referencia a la legalización de la prostitución en Holanda, donde “su regularización no ha acabado con su práctica, lo que demuestra que la reglamentación no es la vía para acabar con situaciones que vulneran los derechos de la mujer”. Aquí otras cuestiones básicas para posicionarse a favor o en contra en este encendido debate.

Si se define como un acto altruista, ¿por qué se paga?

Además de la libertad de la mujer gestante en la toma de decisiones del proceso, otro de los puntos en el que chocan con más virulencia detractores y defensores es el supuesto carácter mercantilista de la gestación subrogada. Y es que, donde los primeros ven un contrato de compraventa que conduce a la explotación de las mujeres, los segundos, consideran que lo que existe en realidad es un pacto libre y consciente entre las partes. Así, Besteiro señala que aquellos que están a favor de la gestación subrogada lo que están apoyando es el mercado y el suculento negocio que subyace, mientras que “los que la reprobamos protegemos los derechos fundamentales de la mujer y el niño”.

Al estar prohibido este método en España, algunas parejas acuden al extranjero; su coste oscila entre 45.000 y 60.000 euros en Ucrania o Rusia, hasta 120.000 que cuesta en California

Del mismo modo, Jaime Mayor Oreja, presidente de la Federación Europea One of Us (cuyo objetivo es pedir a las instituciones comunitarias la protección del ser humano desde su concepción, evitar la destrucción de embriones en los programas de investigación financiados por la UE y evitar que en la cooperación al desarrollo europeo se produzcan apoyos al aborto, según su web), considera que “el carácter pretendidamente altruista de esta práctica es mentira o, como suele decirse ahora, una posverdad, porque estas actuaciones conducen siempre a la mercantilización del cuerpo de la mujer y del hijo concebido”. Para el exministro del Interior, “el propio concepto de ‘alquilar’ el vientre de una mujer para gestar un hijo y satisfacer los deseos de ser padres de una pareja a cualquier precio, es inaceptable desde un punto de vista moral y ético”. Del otro lado, Pedro Fuentes, presidente de la asociación Son Nuestros Hijos, parte de la base de que las mujeres que se ofrecen como gestantes “lo hacen de un modo absolutamente voluntario. De hecho, en mi larga experiencia en la asociación nunca he conocido ningún caso que no fuera así”.

En cuanto a la mercantilización, Fuentes, que es padre junto a su pareja, Javier González, de un niño concebido a través de la gestación subrogada, no solo aprueba la compensación económica a la gestante. Apunta, además, que lo que le parecería verdaderamente reprochable es que “los futuros padres no se hicieran cargo de los gastos ocasionados por el embarazo”.

Si está a favor de la donación de óvulos, donde hay aportación genética, ¿por qué se opone a la gestación subrogada?

En este proceso, Besteiro añade otra crítica: “La cosificación y explotación del cuerpo de la mujer”, como dos de las principales razones por las que se debería estar en contra del vientre de alquiler. Una postura que Anabel Manchón, madre de un niño gracias a este tipo de reproducción, atribuye al desconocimiento. “Estamos ante una forma de concepción más, como puede ser la donación de óvulos. La cual, dicho sea de paso, podría ser más complicada desde el punto de vista ético, ya que en este caso sí hay aportación genética, mientras que en la gestación subrogada no existe ese tipo de vínculo con la mujer que da a luz a tu hijo”.

Si la mujer es dueña de su cuerpo, ¿por qué no puede 'alquilar' su vientre?

La eliminación de todo tipo de presión, más o menos sutil, sobre la mujer gestante pasaría por su regulación legal, al menos, así lo cree Igareda, quien defiende que legislar este asunto “permitiría contar con instrumentos jurídicos que darían seguridad sobre la prestación de un consentimiento libre de la mujer gestante”. De hecho, esta profesora de Derecho va más allá y sugiere que “el hecho de dudar de la capacidad de las mujeres para consentir libremente sobre su cuerpo y autonomía reproductiva es como cuestionar su madurez para resolver los asuntos relativos a su vida y su cuerpo”.

No lo ve del mismo modo Besteiro, también abogada, quien disiente ostensiblemente de Igareda: “Un acuerdo real entre las partes solo sería posible en una sociedad libre y formada por iguales”. Sin embargo, para la presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, este marco social no existe, “ya que vivimos en un entorno en el que rigen el patriarcado y el neoliberalismo”.

Si el derecho a ser padres no existe, ¿por qué habría que legislarlo?

Las motivaciones que llevan a una mujer a gestar el hijo de otras personas es una de las cuestiones que se examinan en Building Families, una agencia de gestación subrogada, cuando se inicia un proceso. “La persona candidata debe tomar la decisión de forma libre y sin ningún tipo de presión económica, familiar o social”, sostiene Ana Ucendo, mánager de Building Families Europe, quien asegura que la estabilidad financiera, legal y emocional son factores decisivos a la hora de aceptar cualquier proposición que les llega a la agencia. “Solicitamos informes de antecedentes penales, de crédito, e incluso consultamos a Tráfico para asegurarnos de que es una buena conductora”, asegura.

Esta retahíla de requisitos se establece con el ánimo de garantizar, según Ucendo, un proceso limpio y carente de cualquier tipo de abuso. Además, en contra de lo que creen desde instituciones como la que encabeza Besteiro, la existencia de una retribución económica para la gestante contribuye a que así sea. Así lo argumenta Ucendo: “Con el dinero compensamos la generosidad de la gestante, ya que además de estar exponiendo su salud y compartiendo su casa e intimidad, deberá dedicar mucho tiempo a las citas médicas. Y todo, para ayudar a otros a que puedan tener la familia que desean”.

Precisamente este anhelo personal, convertido en demanda social, es otra de las reivindicaciones que muchos enarbolan en este debate. Sin embargo, para Besteiro, “están reivindicando un derecho que no pasa de ser un deseo íntimo”. Afirmación que desde el ámbito jurídico avala la profesora de Filosofía del Derecho, Igareda: “No existe el derecho a ser padres, ni en el ordenamiento jurídico español, ni en ningún texto jurídico internacional”.

A pesar de que la necesidad de ser padres no está reconocida como un derecho en ningún texto legal, existe. Prueba de ello es que la gestación subrogada, legal o no, ya es parte de nuestro día a día. “Aunque el legislador no haya regulado aún esta realidad, estoy seguro de que cuando lo haga, se verá como algo cotidiano, como en su momento sucedió con el matrimonio homosexual o la donación de óvulos y esperma”, vaticina el abogado Ortiz.

Cada año vienen al mundo unos 20.000 niños mediante este método, según la ONG suiza International Social Security. Y entre 800 y 1.000 son hijos de españoles, según datos de asociaciones de padres y agencias a falta de datos oficiales

El ejemplo más claro de que esta normalidad ya se vive en algunas regiones del globo, lo encontramos en California, donde desde hace décadas miles de personas recurren con regularidad a esta técnica de reproducción sin tapujos ni temores. Un comportamiento muy alejado de lo que experimentaron Anabel Manchón y Rubén García cuando decidieron embarcarse en esta aventura, en la que “lo más duro no fue el proceso en sí, sino los obstáculos burocráticos y el trato con la Administración”, asegura Anabel, quien lamenta que “en España falta mucho camino por recorrer, ya que la sociedad todavía no entiende en qué consiste la gestación subrogada. Me gustaría que la gente aceptara que se trata de una técnica de reproducción asistida más y que si se hace respetando la libertad de las dos partes no tiene por qué ser un problema”.

El periplo desde la toma de contacto con la agencia hasta que el niño entra en casa es, cuando menos, complicado. Por eso, desde la empresa Prepara, de asesoramiento y acompañamiento para la gestación subrogada y la donación de óvulos, se ofrece el apoyo de psicólogos y trabajadores sociales para ayudarles durante todo el proceso a gestionar miedos e inquietudes. Según María Victoria Molinari, psicóloga en Prepara, uno de sus principales objetivos “es lograr que padres y gestantes tengan una visión del embarazo compatible entre ellos”.

Propósito que, tal y como atestigua Manchón, no es fácil de cumplir. “Al principio, sentía cierto rechazo hacia la gestante de mi hijo, ya que, en mi cabeza solo tenía la idea de que ella iba a hacer algo que todo el mundo puede hacer y que estaba totalmente fuera de mi alcance. Te ves mermada”, reconoce. Sin embargo, su actitud fue cambiando, y “ a medida que avanzaba el embarazo, me fui dando cuenta de que lo que ella hacía por mí era impagable”, concluye.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_