Revolcón galáctico
Los diarios de Carrie Fisher muestran que Han Solo cayó en el Lado Oscuro
Siempre me había parecido que el gran duelo de La guerra de las galaxias era el de Qui-Gon y Obi-Wan contra Darth Maul en La amenaza fantasma. Pero mira tú por donde resulta que para intensidad, la de la “fiesta de pijamas” (i. e. revolcón) que se montaban Carrie Fisher y Harrison Ford durante el rodaje de la primera entrega.
He leído The Princess Diarist, el libro en el que Fisher describe el affair, y aún no me he recuperado. Una cosa era verlos tontear en el Halcón milenario y otra enterarte de los pormenores escabrosos de la relación real que mantuvieron Leia y Han Solo, incluido el manoseo de la princesa adolescente borracha por parte del adulto contrabandista en el asiento trasero de un taxi londinense. Imagino al conductor, quizá un sij (no confundir con un Sith), echando miradas al retrovisor, que eso sí es spin off y no el robo de los planos de la Estrella de la Muerte.
La relación (Fisher la denomina “Carrison”) tuvo lugar en Londres en 1976. Ella tenía 19 años y él, casado y con dos hijos, 33. En el primer encuentro Ford se aprovecha de que ella, que prefiere el amaretto, se ha pasado con el vino. Y de su inexperiencia. Porque Fisher, aunque parezca de armas tomar, no había tenido más que un solo noviete, con culminación parcial. Ford la lleva al apartamento de ella. “Fueron los primeros días y noches de la Fuerza”, escribe la princesa. Y uno descubre que también Han Solo, ¡ay!, cayó en el Lado Oscuro.