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La paradoja y el estilo
Columna
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Gracias Georgina

Cristiano ya no necesita revalidarse como varón con una supermujer

Cristiano Ronaldo, su hijo, Cristiano Ronaldo Jr, y Georgina Rodriguez en la ceremonia de los FIFA Awards.
Cristiano Ronaldo, su hijo, Cristiano Ronaldo Jr, y Georgina Rodriguez en la ceremonia de los FIFA Awards.ARND WIEGMANN (REUTERS)
Boris Izaguirre

Durante la pintoresca rueda de prensa de Donald Trump, me pareció entender por qué gusta a sus votantes: es un bravucón, que es como muchos de sus compatriotas se identifican. Convocó a la prensa en sus oficinas, con sus hijos y su abogada. Mandó callar al periodista de la CNN, aumentando la brecha en su relación con los medios. Señaló enemigos. Dijo su palabra favorita, “desastre”, una docena de veces. Alborotó, molestó y se marchó, repitiéndose a sí mismo advirtiendo que si sus hijos lo hacen mal, los despedirá como despedía a los concursantes de su reality show. Solo una cosa ha cambiado del candidato al presidente: el pelo ya no es un tupé descontrolado. El poder lo ha fijado.

La noche antes, Obama se despidió con un discurso lleno de lírica, fuerza y unos gramos de sensiblería Bambi. Al día siguiente, América, que juega con la realidad como nadie, nos abofeteó con la cruda verdad: el legado de Obama es Trump. Desde Hollywood, Meryl Streep, otra que tampoco tiene pelos en la lengua, nos desveló cómo va a ser la oposición al gobierno de Donald: con fuerza pero con la cortesía de los lideres mediáticos. A Streep la han criticado por abusar de su premio en los Globos de Oro para hacer política. Pero estaba en una asociación de prensa, ¡qué mejor lugar para expresar una opinión! Recuerden, no estamos en Cuba sino en Estados Unidos. En el gobierno sin políticos de Trump, la oposición tampoco son políticos, sino líderes de opinión. Actrices como Meryl Streep, algunos periódicos y la CNN. Será una película que reunirá lo mejor y lo peor de Estados Unidos. Y, como en toda superproducción, con mucho pelo.

Donald Trump durante su rueda de prensa del pasado 11 de enero.
Donald Trump durante su rueda de prensa del pasado 11 de enero.LUCAS JACKSON (REUTERS)

Antes se aseguraba que mantenerse fiel al mismo peinado era una señal de personalidad. La reina Sofía, por ejemplo, no ha cambiado el suyo en 45 años, quizás porque en ese tiempo poco ha cambiado en su cabeza. Pero el joven rey de Marruecos, Mohamed VI, sin cortarse un pelo, se ha sacado esa idea de la cabeza ofreciendo un cambio de look que lo asemeja a un presentador de televisión con mucho presupuesto. También los cortes de Letizia son parte de nuestros tiempos, que no son tan iguales ni tan monótonos como los de antes. Y la Reina lo sabe. Por eso ha decidido agregarle a la Pascua Militar un ingrediente de suspense. Haciendo algo sorprendente, como sacar un espejito del bolso y retocarse el maquillaje delante de la ministra de Defensa y del presidente del Gobierno. Combinando alta comedia y riesgo. Perpetrando, a su manera, una coqueta bravuconada. Se lo tienen merecido los organizadores de esa fiesta que, con perdón, se han dormido en los laureles y no la han puesto al día, animándola con un concierto o un concurso. Letizia colorea la Pascua Militar. ¿Qué puede ser más de psicoanálisis Disney que una reina viéndose en un espejo mientras la miran? ¿Qué habrá oído? ¿Qué habrá visto? Imaginamos lo que le preguntó, pero nadie puede decirnos qué respondió el espejito. Excepto Mariano, que estaba al lado.

Mucho más divertida, curvilínea y llena de parejas resulto la alfombra verde de los premios de la FIFA: The Best. Una cita del fútbol, con mucha moda, presupuesto y rivalidades no solo entre los jugadores sino también entre quienes tienen la pareja más top. Compitieron en esa categoría Pilar Rubio, Vanessa Lorenzo y Joana Sanz, la novia de Dani Alves. El golazo lo marcó Pilar, con un traje columna metalizado, de inspiración tan galáctica como su marido.

Cristiano Ronaldo apareció muy galanzote con traje cruzado en azul pavo real. Recogió su premio diciendo que estaba bien adjudicado, “yo soy el mejor”. Cris se presentó con su madre, hermanas y su nueva novia, Georgina Rodríguez, que todavía trabaja en la tienda Gucci de Madrid. Otro gol para la casa de moda milanesa, que vuelve a estar de superactualidad. Georgina es joven y sosegada, aunque sin los superpómulos e histórico mal carácter de Irina Shayk, la pareja más mediática del futbolista. Con Georgina al lado, se adivina cierta madurez en el astro. Ya no necesita revalidarse como varón con una supermujer. Georgina parece querer ser su cable a tierra, un tipo de frase que nunca sabes si te gusta escuchar. Pero Gigi, estoy seguro de que en los pasillos del estadio del Real Madrid, los bravucones hombres de confianza de Zidane o de Florentino dirán a tu paso: Gracias, reina.

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