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La paradoja y el estilo
Columna
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Kate Moss ha engordado

Walt Disney fue el republicano que mejor entendió a las princesas

Kate Moss en los Fashion Awards 2016.
Kate Moss en los Fashion Awards 2016.NEIL HALL (REUTERS / Cordon Press)
Boris Izaguirre

Como imaginábamos, Miguel Ángel Muñoz ganó MasterChef Celebrity y Bob Dylan no acudió a recoger su Nobel de literatura. MAM es encantador y Dylan un antipático pero, mira por donde, con su Nobel. Quien mejor aprovechó su ausencia fue Victoria de Suecia que se vistió con un diseño de H&M confeccionado para ella con seda, tul y poliéster de material reciclado a partir de botellas de plástico. “Es un shock que el traje fuera de H&M”, me comenta una periodista cubana. “Pero lo del reciclado, mi amor, es demasiado europeo. Aquí en Miami nadie recicla tanto”.

A lo mejor el año que viene la tiara de la princesa estará hecha con material reciclado del Nobel que no recogió Dylan y con las lágrimas derramadas por Patti Smith. Victoria ha coronado una tendencia doble: vístete de una gran corporación textil y súmale una propuesta medioambiental. Unos días después, nuestra reina Letizia, no en plan revancha pero sí en rollo cómplice, se atrevió con un traje de neones verticales que recordaba el vestuario de Tron, la visionaria película de los estudios Disney de los ochenta. A los neones Letizia incorporó una melena engominada y densas pestañas que terminaban de exaltar sus curvas y esa estética un pelín Kardashian. Mientras, en una recepción diplomática, la duquesa de Cambridge tuvo que aguantarse la típica tiara pesadísima y a los varones de su familia política vestidos con faldas escocesas con guirnalda, en una exaltación de la naftalina y las tradiciones para encajar el Brexit. Lejos del museo de cera, Letizia y Victoria apuestan tanto por la tecnología como por el bien de la Europa comunitaria y sus princesas. Kate se ve maniatada por la tradición mientras su reino se aleja del sueño europeo camino del aislamiento.

La princesa Victoria de Suecia en los premios Nobel.
La princesa Victoria de Suecia en los premios Nobel.Pascal Le Segretain (Getty Images)

Me gusta ese guiño de las coronas a la tecnología y al universo Disney. Porque se cumplen 50 años de la muerte de Walt Disney, el republicano que entendió mejor que nadie el poder de las princesas. Una vez, Genoveva Casanova, que se casó con el conde de Salvatierra, me confesó que a veces maldecía a las princesas de Disney y las hacía responsables de la ingenuidad de muchas mujeres que aún creen en el príncipe azul. Se cumplen 50 años de la muerte del creador de Disneylandia pero se mantienen vivos esos rumores que han acompañado a mi generación: lo de que habría nacido en Mojácar, Almería. Y lo de su crionización. Disney estaría congelado para despertarse en un momento de futuro tibio y perfecto. Si lo hiciera el año que viene podría encontrarse con Kanye West (el marido de Kim Kardashian) convertido en asesor del presidente Trump. O con la mismísima Melania vestida de Blancanieves. Te das cuenta de que el futuro que ahora somos podría ser el final de la crionización de Walt. Si se descongela el año que viene, le va a encantar.

Cincuenta años después de su muerte, hay princesas de todo tipo: de Europa, de Disneylandia y del pueblo. Y del pueblo ha surgido una excepcional humorista, Ana Pastor. La presidenta del Congreso marcó varios goles en un discurso sin guion durante la entrega de los premios de los periodistas parlamentarios. Pastor aprovechó el encuentro para dejarse abrazar por Pablo Iglesias, que también sabe de política y humor. Y es tan dado a abrazar y a besar como yo. Una demostración de que se puede ser mujer exitosa sin tener ni ideas ni talle de princesa Disney.

Kate Moss ha engordado. Bueno, en realidad se describe como “una subida de peso”. Yo ya lo había notado en septiembre pero no comenté nada porque estaba muy metido en la campaña electoral de Hillary contra Trump. Otro drama moderno para las seguidoras de las princesas Disney, que no tienen esos problemas porque están dibujadas. En el mundo Disney, las gordas son más bien villanas o sirvientas. Recordemos la mala de La Sirenita. Todavía delgada, Alba Carrillo parece inmersa en una estrategia para que el año próximo sea el de su coronación como la figura que amamos y odiamos simultáneamente. Una forma de celebridad muy española. Alba declaró: “Tengo a mi abogada trabajando mucho”. Mientras que, uno de sus ex, Fonsi Nieto ha dicho que “rezaba para que Alba siguiera con Feliciano”. Alba ya fue Cenicienta, ahora puede ser villana estresada y tener su propio telediario la próxima temporada. Disney dinos la verdad: no estás congelado. Estás en todos lados.

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