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el médico de mi hij@
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Por qué los pediatras no quieren trabajar en atención primaria?

Faltan especialistas o más bien sobran pacientes, como he repetido hasta la saciedad desde hace mucho tiempo

Consulta de pediatria en un centro de atencion primaria de Sevilla.
Consulta de pediatria en un centro de atencion primaria de Sevilla.GARCIA CORDERO

Las sociedades de pediatría no se cansan de repetirlo “faltan pediatras”. Recientes informes como el del foro de atención primaria (que podéis consultar aquí) o el posicionamiento de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) hablan de que hasta un 30% de las consultas de atención primaria de pediatría estarían siendo atendidas por médicos de familia y no por especialistas. No voy a discutir si esto es bueno o malo, porque no creo que en sí mismo implique que la atención sea inferior en calidad, los médicos de familia están perfectamente formados para ello y pueden asumir tal puesto con la misma dignidad y calidad que cualquier otro formado al efecto. Pero no entraré en ese tema, la verdad es que son consultas de Pediatría y no hay pediatras formados vía MIR que quieran dedicar sus carreras a la atención primaria.

¿Por qué?

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Las consultas están masificadas, hablamos de consultas diarias de 40 niños y más. No es raro encontrar en días de invierno 60 y 70 críos, sobre todo, en las tardes, durante las epidemias de bronquiolitis o gripes y catarros varios. Vemos pasar delante de nuestros ojos problemas que no podemos abordar por falta de tiempo. Como, por ejemplo, un obeso viene a consultar por tos y no puedes intervenir más allá de su proceso agudo o familias desestructuradas por el hambre o el frío que consultan por una torcedura de tobillo y no puedes alargarte más de lo que dura el vendaje. Y también exige no poder salir de la consulta para intervenir en la comunidad con charlas en escuelas e institutos para hablar de educación para la salud o promoción de hábitos saludables. Es una utopía.

Además, no hay suplentes. El compañero debe hacerse cargo sin contraprestación de dos o tres consultas que multiplican la carga y disminuyen el tiempo dedicado a cada niño. La tan alabada calidad de la atención primaria se está perdiendo por recortes y por masificación.

¿Por qué?

Faltan pediatras o más bien sobran pacientes, como he repetido hasta la saciedad desde hace mucho tiempo. Vivimos una época donde priman las prisas, todo hay que solucionarlo ya. No somos capaces de entender que los niños enferman y que esos dos o tres días que dura el catarro se deberá quedar en su casa sin más tratamiento que los cuidados de sus padres. Las empresas no entienden de esto. Los padres agobiados buscan un remedio que mejore una gastroenteritis de un día para otro o un producto que quite la tos y les deje dormir para afrontar la jornada laboral siguiente. No hay tregua.

La solución podría ser, como se ha reclamado desde hace tiempo, abrir la vía MIR y formar cientos de pediatras que inunden el mercado laboral y cubran todas las plazas vacantes y más que se creen. Pero, ¿de verdad se forman pocos?

Es la especialidad que más ha aumentado en los últimos años, pasando de 337 en 2006 a 413 en 2016 ¿dónde van los que terminan? Lo cierto es que el porcentaje de especialistas que acaban su formación y recalan en primaria es muy, muy bajo, raras avis que confirman la excepción de la regla, que es seguir formándose en el hospital, emigrar a lugares donde las condiciones sean mejores o buscar mejores contratos en la medicina privada.

Una pediatra recién graduada, no olvidemos que la medicina está feminizada y más la atención infantil, se enfrenta no a trabajar o comer o quedarse en el paro, se enfrenta a varias opciones laborales diferentes, mejores o peores, pero trabajo va a tener siempre.

En la medicina pública, se va a encontrar consultas masificadas, como veíamos antes, en horario de tarde de 14.00 a 21.00 horas que complicaría cualquier intento de enfrentarse a una maternidad. La perspectiva no es de uno o dos años y luego cambiar a otra cosa o modelo más en la línea de conciliación. No, hoy en día no hay traslados ni promociones. El mínimo de tiempo es  15 o 20 años de condena a suplencias aquí o allá, contratos en el mejor de los casos de tres meses o al fin, tras superar una nueva oposición, recalar en una plaza fija viendo como pasa la vida por delante sin tener ninguna posibilidad de mejora. La solución es seguir en el hospital, haciendo guardias que reportan ingresos extras y formación para estar al día con la posibilidad de promoción profesional o laboral al trabajar en equipos.

Como alternativa a la tan deseada mano de obra escasa, está la atención privada, hospitales y clínicas que saben ofrecer contratos más atractivos complementados con alguna guardia y que pueden hacer pensar en una hipoteca, una familia y un proyecto de vida que la sanidad pública les niega.

Otra alternativa temporal y atractiva es la emigración, países cercanos de nuestro entorno donde se paga mejor y se valora al profesional o países emergentes que valoran la ley de la oferta y la demanda y saben entender lo preciado de un colectivo escaso. Catar o Emiratos Árabes son posibilidades para hacer caja y experiencia, mientras mejora la situación.

Al final se pueden formar cientos de profesionales que se nos irán de entre los dedos de las manos como la arena fina, ¿Para qué invertir tanto tiempo y dinero? Eso contando que los hospitales tengan cabida para dar una formación de calidad y no veamos una masificación en la formación también.

¿No sería más fácil crear un producto atractivo en la sanidad pública con un poco de inversión que haga que sea más interesante la oferta y consigamos enamorar al recién acabado de calidad, no dilapidando 10 años de formación por no tener nada que ofrecerles?

Los sueldos son bajos, pero entiendo que no es el problema. Eso sí, se deben mejorar, al menos devolver lo recortado, extras de Navidad, 7% descontado, suplencias, pagos por doblajes, retomar el proyecto de pagar un 15% más a horarios penosos, contratos de larga duración, concursos de traslados anuales, oposiciones bienales, etc. Nada que no estuviera ya y que la crisis se llevó por delante y que otras categorías profesionales disfrutan. Pero insisto, no es el problema principal.

Creo que la demanda principal hoy por hoy es la conciliación laboral y familiar, poder afrontar un proyecto de vida de verdad, lo que se exige para toda la población, no debería faltar en el colectivo médico: horario de 08.00 a 17.00 horas con agendas que permitan recuperar la calidad, agrupando profesionales en centros de seis u ocho profesionales con residentes y estudiantes, donde se puedan seguir formando, donde sea más fácil cubrir las ausencias por enfermedad o asuntos propios y donde se puedan llevar proyectos de intervención comunitaria y de promoción de la salud. Centros donde se cubra el resto del horario con uno o dos profesionales que atiendan las consultas de carácter urgente o que no se demore hasta la noche, un centro de referencia pediátrico de calidad que podría agrupar otros especialistas relacionados con la infancia como odontopediatras, atención temprana, asistencia social, promoción de la lactancia materna y hábitos saludables, dietistas y un sin fin de proyectos que podrían tener cabida en una asistencia no centrada tanto en la cantidad como en la calidad de la atención.

Jesús Martínez es pediatra, autor del libro y del blog El médico de mi hij@ y director médico de Mamicenter.

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