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CLAVES
Columna
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El Gobierno soltero

Nuestros partidos de Gobierno y sus aliados en el Parlamento son tradicionalmente alérgicos al compromiso

Víctor Lapuente
Mariano Rajoy jura el cargo ante el Rey.
Mariano Rajoy jura el cargo ante el Rey.Ángel Díaz (EFE)

Gobernar en minoría es como estar soltero. Tienes las ventajas y los inconvenientes de la libertad. Y sus estigmas. Porque los Gobiernos en minoría tienen mala reputación, pero buenos resultados. En términos de productividad legislativa, longevidad y cumplimiento de los programas, los Gobiernos en minoría pueden ser muy efectivos.

Lo hemos visto tanto en los países nórdicos como en la España del régimen del 78. En ambos contextos, los Gobiernos “solteros” han sido más frecuentes que los Gobiernos en coalición o con mayoría absoluta. Nuestros partidos de Gobierno y sus aliados en el Parlamento son tradicionalmente alérgicos al compromiso.

Y, en general, el bagaje ha sido positivo. Los Gobiernos en minoría, ya fueran socialdemócratas en el norte de Europa o socialistas y populares en España, han sido flexibles para sacar la legislatura adelante y, al mismo tiempo, serios con sus votantes. No se han limitado a mantener relaciones furtivas con otros partidos, sino que han llevado a cabo una mayoría de sus compromisos electorales.

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Para Rajoy será más complicado. Porque una característica que comparten muchos Gobiernos solteros exitosos es que les apoya el votante mediano. Si el ciudadano medio comulga con las líneas maestras del partido en el Gobierno, este, a pesar de su magro respaldo parlamentario, tiene margen para construir acuerdos coyunturales. Unas veces buscará aliados a su izquierda y otras a su derecha. Pero el votante mediano español no ha votado al partido en el Gobierno. El PP está escorado a la derecha para el gusto de la mayoría de españoles y sus representantes.

Con lo que Rajoy sólo tiene dos caminos. Puede hacer propuestas imaginativas que atraigan a unos partidos temerosos de ser vistos como compañeros de cama del PP. A riesgo de caer en la cursilería, como cuando Aznar confesó que hablaba catalán en la intimidad. Alternativamente, Rajoy puede amenazar con convocar elecciones anticipadas o usar recursos legales para maniatar a una mayoría parlamentaria contraria. El riesgo aquí es fomentar la polarización de la política española. Mejor pecar de cursi que de soberbio. @VictorLapuente

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