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Tentaciones
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¿Nos hemos cansado definitivamente de Bertín Osborne?

Tras ser anunciado como el fichaje del año, la nueva temporada de 'Mi casa es la tuya' acabó con discretos índices de audiencia

Principios de octubre y ya ha terminado la temporada de Mi casa es la tuya. ¡Qué rapidez! Mientras en Antena 3 todavía no han estrenado ni Tu cara me suena -toca este viernes-, en Telecinco están ya finiquitando programas. No está el horno para estirar demasiado los bollos. Sobre todo, cuando éstos no alcanza los objetivos esperados. La segunda temporada del show de Bertín Osborne puede presumir de ser uno de los grandes flops del momento -junto a la decimoséptima edición de GH-. De líder de audiencia, de Terminator del share, a quedar disuelto en un mar de indiferencia. ¿Alguien ha prestado atención a esta segunda entrega del programa revelación del año pasado? Si hay algo peor que el fracaso estrepitoso es que nadie te haga caso. Al menos, en el primer supuesto puedes opositar a programa de culto, pero en el segundo... El asunto pinta mal.

Para cebar esta segunda edición, Bertín ha puesto todo el campechanismo en el asador. Se ha convertido más que nunca en su propio personaje. ¡Si hasta ha creado la metacampechanía haciendo que Bustamante llamase por teléfono al omnipresente Miguel Ángel Revilla! Ha tirado de entrevistados entregados a la causa de hacer brillar al presentador. Les ha hecho entrar en su juego de ay, yo no sé cocinar y todos han mordido el anzuelo con ganas. ¡Si hasta en el último capítulo ha llevado a Paz Padilla exclusivamente para que hiciese la cena! Lástima que tanta campechanía no ha terminado de convencer al público. Ni sus audiencias han vuelto a ser las que fueron -años luz de los récords que batía en TVE-, ni la repercusión al día siguiente de la emisión ha destacado como antaño. Pero, ¿qué está pasándole al pobre Bertín?

Mientras en Televisión Española arrasaba, en Telecinco el globo se ha desinflado con asombrosa rapidez

Cualquiera que eche un vistazo a los programas de la segunda temporada se dará cuenta de que, en realidad, no ha cambiado nada. Siguen sonando las mismas músicas tristonas, siguen estando las mujeres en la cocina y los hombres hablando de cosas serias -anoche, sin ir más lejos, Chiquito de la calzada conversaba con Bertín mientras Paz Padilla cocinaba- y siguen preguntándose los mismos datos anodinos sobre la infancia de los invitados. Pero, mientras en Televisión Española arrasaba, en Telecinco el globo se ha desinflado con asombrosa rapidez. Han tenido que llamar a la puerta de La que se avecina para revitalizar los lunes por la noche. ¿La excusa? Que Bertín se cambia de casa y todavía no ha grabado programas nuevos. Pero, ¿hubiese sido así de haber reventado las estadísticas?

¿Qué ha pasado para que el regreso de Osborne haya quedado tan eclipsado? ¿Por qué no ha repetido el éxito si la fórmula no ha variado? ¿Qué ha ocurrido en este tiempo? Mejor nos lo vamos preguntando poco a poco:

¿Es esto, de verdad, una temporada? Llamar segunda temporada a cinco capítulos es de chiste. Más bien, Telecinco tenía las entregas ya grabadas de la primera temporada y ha querido estrenarlas para ir abriendo boca de cara al cambio de casa del presentador. ¿Podía haberlo montado de otra forma? Sin duda. Incluso podía haber planificado mejor el asunto y estrenar temporada por todo lo alto, no con esta sensación de saldo que ha ido cuajando semana tras semanas.

¿Han estado los invitados a la altura? Vender un estreno de temporada con Carlos Moyá y Carolina Cerezuela ya decía mucho de por donde iban a ir los tiros. ¡Menudo bajón! Después de haber conseguido que tanto Rajoy como Pedro Sánchez se sentasen en su sofá, esperábamos algo más, la verdad. Sobre todo, si nos venden que Osborne tiene decenas de invitados esperando su momento. Azúcar Moreno -¿qué les queda por contar?-, Bustamante o Antonio Banderas como único reclamo internacional. Si, al menos, hubiese aparecido por allí Melanie Griffith...

Bertín sigue a la suya, relegando la presencia de las mujeres y haciendo bromas de gusto más que cuestionable

¿Le queda algo por ofrecer? Los guionistas de Mi casa es la tuya tienen un arduo trabajo por delante. Todo lo que hace Bertín Osborne en el programa se ha convertido en cliché. Ya nos sabemos lo de los chistes, lo de la cocina y lo de hacerse el tonto con los fogones. ¡Tampoco podemos seguir siempre así! Pase que sea la marca de la casa, no estaría de más una vuelta de tuerca y un poco de sorpresa. Igual podía aprender a cocinar, por ejemplo. O hacer un intercambio con Las Campos y pasar un día con Terelu mientras María Teresa cocina en casa de Bertín. ¡Innovación, por favor!

¿Y el machismo? En esas tampoco hemos evolucionado. Bertín sigue a la suya, relegando la presencia de las mujeres y haciendo bromas de gusto más que cuestionable. Era mucho esperar que tomase cierta consciencia de las críticas recibidas, claro. Evidentemente, en esta brevísima temporada tampoco ha podido desplegar tanta ofensa como cuando pasó por allí Sara Carbonero -nos hemos quedado con las ganas de ver a Paula Echevarría acompañando a David Bustamante-, pero todo nos hace pensar que la ¿tercera? temporada traerá un más y peor. Qué ganas, ¿verdad? #NO

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