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Es el momento de pasar a la acción

La asamblea de la ONU tiene que servir para recordar a los Estados que adquirieron un compromiso con las niñas del mundo que han de cumplir

Niños de una escuela primaria en Kenia.Schoolchildren, Kenya.
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Si continúa la tendencia actual, pasarán cien años antes de que las jóvenes del África subsahariana puedan terminar la escuela secundaria. Este dato es todavía más impactante si tenemos en cuenta que el acceso universal a la educación secundaria gratuita, equitativa y de calidad es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a los que los gobiernos se han comprometido para 2030.

Hace un año, todos manifestamos nuestra alegría por la ambición reflejada en los ODS. Plan International, a través de su movimiento global Por ser niña, trabajó para que sus derechos fueran recogidos de manera específica en la nueva agenda, en un objetivo sobre igualdad de género, pero también de forma transversal en todos los demás. Pero ahora es el momento de enfrentarse a los datos y de pasar a la acción para conseguir un desarrollo sostenible.

Organizaciones como Plan International tenemos la obligación de ser ese nexo entre las promesas y los hechos. Nuestro papel no puede ser complaciente, porque es necesario pasar de las palabras a las acciones si realmente queremos ver resultados. Con ese espíritu estamos presentes, un año después, en la 71 Asamblea General de Naciones Unidas y la Cumbre de Refugiados y Migrantes que tiene lugar estos días en Nueva York, para recordar a los 193 estados que firmaron los ODS que ahora tienen un compromiso con las niñas y mujeres de todo el mundo que deben cumplir.

Sin un impulso global que acelere el cambio, ningún ODS podrá cumplirse y, de mantenerse la tendencia actual, cinco de ellos incluso empeorarán

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible ofrecen una oportunidad única para transformar las vidas de millones de niñas en el mundo. Sin embargo, si este cambio no es impulsado con urgencia, hay muchas posibilidades de que no se produzca. De hecho, un análisis de los 14 objetivos principales llevado a cabo por el Overseas Development Institute muestra que, sin un impulso global que acelere el cambio, ninguno de ellos podrá cumplirse y, de mantenerse la tendencia actual, cinco de ellos incluso empeorarán.

Una de las áreas en las que las actuales tendencias prometen pocos avances es el matrimonio temprano forzado, una situación que supone el fin de la infancia de 15 millones de niñas cada año y de todas sus posibilidades de alcanzar su máximo potencial. Al ritmo actual, el matrimonio temprano forzado no podrá ser erradicado hasta 2080. Si queremos cumplir con este objetivo para 2030, hay que multiplicar el porcentaje de cambio por ocho.

Si fallamos, no sólo abandonaremos a los millones de niñas de hoy, sino que traicionaremos a millones del mañana. Si no ponemos fin al matrimonio temprano forzado, tampoco se podrá cumplir el objetivo de educación, lo que a su vez mermará las posibilidades de reducir la inequidad en los ingresos de los países más pobres. Sin una ambición clara de cumplir los objetivos que nos hemos marcado, nos arriesgamos a fallar en muchos más. ¿Cómo podemos esperar alcanzar la educación secundaria universal cuando una joven en Sudán tiene tres veces más posibilidades de morir durante el embarazo o el parto que terminar la escuela secundaria?

Al ritmo actual, el matrimonio temprano forzado no podrá ser erradicado hasta 2080

Y sin embargo, a pesar de los obstáculos, mantengo cierto optimismo acerca de nuestra auténtica capacidad de progreso. Incluso con el cronómetro en marcha, todavía es posible el cambio cuando el mundo entero se mueve contra la injusticia.

A través de la iniciativa Por ser niña de Plan International hemos logrado crear un movimiento global que valora y promueve los derechos de las niñas. Este movimiento ha logrado que sean recogidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero es necesario que los gobiernos den pasos concretos que lleven las palabras a la acción.

Nuestra experiencia y las evidencias que recogemos cada día sobre la situación de millones de niñas en el mundo nos dejan claro que no hay tiempo que perder. Los gobiernos necesitan establecer planes de trabajo realistas y con recursos suficientes para acabar con las barreras y conseguir el cumplimiento de los objetivos.

Una joven en Sudán tiene tres veces más posibilidades de morir durante el embarazo o el parto que terminar la escuela secundaria

Necesitamos mantener el inconformismo que sirve de combustible para el cambio. Debemos estar listos para alabar los progresos y las mejoras, pero también para señalar los retrasos y las medidas insuficientes. Y en especial, debemos apoyar a todos esos jóvenes que se enfrentan cada día a la discriminación y la desigualdad, a menudo aún a riesgo de su vida.

La sociedad civil debe ayudar a diseñar e implementar acciones prácticas que respondan a las experiencias reales de las niñas en todo el mundo y a la vez a generar coaliciones que ayuden a las niñas adquirir la confianza y las habilidades para poder hacer el cambio por ellas mismas.

Entre todos hemos fijado unos objetivos y un tiempo de implementación ambiciosos. Nuestra ambición exige una respuesta al mismo nivel, tanto por parte de los gobiernos como de la sociedad civil y los organismos transnacionales. Por cada día de inactividad crece la posibilidad del fracaso. No tenemos tiempo que perder: 2030 está más cerca de lo que pensamos.

Concha López es directora general de Plan International en España.

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