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Tribuna
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Madres y extremismo violento

La estrategia de prevención debe incluir a la familia y los amigos de los jóvenes captados

Molenbeek, un barrio de Bruselas con fuerte presencia musulmana.
Molenbeek, un barrio de Bruselas con fuerte presencia musulmana. YVES HERMANN (REUTERS)

Cuando el joven de 19 años Akhror Saidakhmetov empezó a frecuentar a dos hombres mayores que él y a hablar de ir a hacer la yihad en Siria, su madre le quitó el pasaporte. Las madres como ella podrían ser el primer, último y mejor planteamiento para detener a los reclutadores de militantes, pero las autoridades policiales a menudo las dejan fuera de las medidas de lucha contra el terrorismo.

Un país puede optar por tres estrategias contra el terrorismo: la prevención, la represión y la intervención. Generalmente los países occidentales confían en la prevención y en la represión. Se centran en contener la actividad extremista mediante operaciones de sus cuerpos policiales o en financiar programas educativos y de apoyo a gran escala dirigidos a quienes se considera que están en riesgo de radicalización violenta. Sin embargo, los Gobiernos occidentales subestiman a menudo programas de desradicalización más específicos que implican a las familias y entornos inmediatos de los individuos que pueden caer bajo la influencia de narrativas extremistas.

En muchos atentados, alguien del entorno social de los atacantes reconoció un cambio inquietante en sus comportamientos
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A medida que los Gobiernos incrementan su presión sobre grupos extremistas con operaciones encubiertas y redadas, algunos de sus miembros empiezan a dudar y se enfrentan a la elección de dejar el grupo o de intensificar su compromiso mediante una acción violenta. Los programas de intervención facilitan una salida a los miembros indecisos de una célula terrorista. Si queremos evitar futuros ataques, necesitamos reclutar a familiares y amigos de los potenciales atacantes.

En muchos atentados, alguien del entorno social de los atacantes reconoció un cambio inquietante en sus comportamientos. En ocasiones, ese pariente cercano o ese amigo incluso sabían algo acerca de los planes de ataque. Con frecuencia, esas familias o amigos quieren obtener ayuda o consejo sobre qué hacer, a pesar de sus sentimientos encontrados ante el hecho de traicionar a un ser querido, pero las fuerzas policiales rara vez ofrecen una estrategia que lo haga parecer posible.

Esos programas facultan a familias y a comunidades para poder enfrentarse a la atracción del extremismo violento. Trabajan llegando hasta los guardianes: la familia y los amigos cercanos. Porque estos guardianes, al ser los que conocen mejor a sus amigos y familiares, también saben qué les puede haber motivado a unirse a un grupo radical y qué les mueve. Estos guardianes tienen además la legitimidad de proponer alternativas y de aportar otras soluciones. Pero, por eso mismo, necesitan ayuda y sólidas redes de apoyo.

Movilizar a las madres tapa otro agujero en la estrategia de las autoridades: la confianza

Las madres son las guardianas fundamentales. Muchas de las madres que han perdido a sus hijos por culpa del ISIS u otros grupos terroristas habían notado que algo cambiaba en ellos, pero en su mayoría estaban solas y sin ninguna ayuda exterior. Muchos padres actúan por su cuenta, encierran a sus hijos, les quitan el pasaporte o se mudan con ellos a otra ciudad. Esas reacciones son comprensibles pero contraproducentes y pueden impulsar el proceso de radicalización pues los reclutadores y la ideología salafista-yihadista explican a los captados que esas señales de rechazo son la consecuencia natural de la verdad que han descubierto. La familia biológica es desbancada por la espiritual, la ummah, y de esta manera, hasta la propia madre puede ser etiquetada como “infiel” y formar parte del enemigo.

Movilizar a las madres tapa otro agujero en la estrategia de las autoridades: la confianza. En ocasiones, los servicios de inteligencia y la policía vigilaron a sus hijos y no hicieron nada para impedir que se fueran. A veces, las madres fueron tratadas como terroristas durante los registros. Otras veces incluso fueron acusadas ante los tribunales de proporcionar apoyo material a las organizaciones terroristas a pesar de haber hecho todo lo posible para que sus hijos volvieran.

El ISIS ha anunciado que el hecho de despojarle de su territorio en Siria e Irak no acabará con su marca ni con sus ideas. Continuará reclutando y cambiando sus tácticas y estrategia para realizar ataques terroristas en tierras extranjeras. Lo que hace que para las sociedades occidentales sea de la mayor importancia contrarrestar el atractivo del ISIS y el de otras organizaciones extremistas y terroristas. En esta causa no puede haber combatientes más eficaces que las familias y el entorno inmediato de esos jóvenes marginados tentados por la pervertida promesa del martirio.

Daniel Koehler es director del Instituto Alemán de Estudios sobre Radicalización y Desradicalización y creador de la red Mothers for Life.

Traducción: Juan Ramón Azaola.

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