_
_
_
_
_
LA OTRA FOTO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Dejen a los niños fuera de sus guerras

Hay infancias que duran una guerra y guerras que duran más de una generación. El resultado es que solemos perder las tres

Berna González Harbour
Un niño mira a un miembro de las Brigadas de Al Qassam, rama militar de Hamás, durante un desfile antiisraelí.
Un niño mira a un miembro de las Brigadas de Al Qassam, rama militar de Hamás, durante un desfile antiisraelí.SAID KHATIB (AFP)

Hay infancias que duran una guerra, un terremoto o una revolución. Los periodos que para un adulto son momentos, tal vez destinos en territorio de combate o reconstrucción antes del siguiente relevo, se convierten en la forma natural de vida para quien está creciendo entre tiros. Los niños palestinos de Gaza están tan acostumbrados a las armas y los muros como los de Alepo a los bombardeos, los haitianos a los barracones, los refugiados sirios a las tiendas de campaña o los europeos a buscar pokémons en los parques.

El domingo conocimos que el mayor atentado cometido este año en Turquía lo llevó a cabo un niño de entre 12 y 14 años adiestrado por el Estado Islámico, que hizo detonar explosivos en una ceremonia prenupcial y mató a más de 50 personas. Este grupo terrorista no solo no lo esconde, sino que se jacta de entrenar a los menores y ha exhibido y divulgado explosiones causadas por niños de hasta cuatro años.

El niño de esta foto está mirando embelesado a un miembro de las brigadas de Al-Qassam, la rama militar de Hamás, durante un desfile antiisraelí celebrado este domingo en honor a dos comandantes de Hamás muertos hace dos años por balas israelíes en la última guerra de Gaza.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Otro 21 de agosto, pero hace 10 años, el escritor israelí David Grossman escribía en este periódico una desgarradora carta tras sufrir la muerte de su propio hijo, alcanzado en Líbano por un misil de Hezbolá. La pérdida fue aún más dramática porque Grossman, destacado pacifista, acababa de pedir junto a los también escritores Amos Oz y A. B. Yehoshua el fin de las operaciones militares de Israel en Líbano.

“Nosotros, nuestra familia, ya hemos perdido la guerra”, escribió David Grossman, en una sentencia para la memoria en la que no caben más análisis, estrategias, ni declaraciones.

Y es que hay infancias que pueden durar guerras y guerras que pueden durar generaciones, pero el resultado es que siempre perdemos las tres: la infancia, la guerra y la generación. Porque los siguientes niños están más cerca de un arma que del colegio o la universidad.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_